VILLA MERCEDES
Crimen de Mafalda Sánchez: una gorra y la certeza de que robaron una botella donde la víctima tenía $50 mil
En la tercera jornada del juicio declaró la hija: “Ella abrió la puerta pensando que era mi hijo”.
Por Sonia Schoenaker
Este miércoles a las 10:15 comenzó la tercera audiencia del juicio oral por el crimen de Mafalda Sánchez. El imputado como coautor del delito de homicidio en ocasión de robo es Guillermo Páez.
Durante la audiencia brindó su testimonio la hija de la víctima, Soledad Colombo. Lo hizo después que el Tribunal aprobara la solicitud de que retiraran de la sala al imputado mientras ella rememoraba lo que pasó el 4 de septiembre de 2023.
“Mí teoría es que entraron a robar y no salió como lo esperaban”, señaló la mujer.
Relató que los días de semana, ella (cuando salía de trabajar) y su hijo (cuando salía del colegio) iban hasta la casa de Mafalda para almorzar. Ese día el adolescente fue quien llegó primero, y como su abuela no le abría la puerta llamó a Colombo para avisarle. El niño antes había pasado a comprar pan.
La última vez que Colombo vio a su mamá con vida fue el sábado 2 de septiembre, pero esa misma mañana del crimen estuvieron comunicándose por WhatsApp.
No era fácil entrar porque la puerta tiene el picaporte que se abre solo por dentro, y notaron que además tenía la llave puesta: “Por eso no entraba mi llave y ahí me di cuenta que la situación no era normal. Le pido un palo de escoba a la vecina para ingresarlo por la ventana y bajar el picaporte”.
Cuando lo intenta es que ve una silla tirada y a su madre en el piso boca abajo: “Lo primero que pienso es está mi mamá descompuesta”.
Vecinos del complejo de monoblocks fueron quienes ayudaron a ingresar a la vivienda para auxiliar a la mujer.
“Cuando ingresé divisé el modular que está al fondo. Arrodillada al lado de su cuerpo podía ver que en su escritorio había cosas tiradas. Las puertas del patio estaban abiertas con la reja cerrada. Nunca estaban abiertas y además ese día hacía frío”, rememoró.
Contó que le sacó un pañuelo que tenía sobre el rostro, intentó reanimarla y escucho a la vecina que dijo “esto es un robo”.
“Me acerqué a su cara a ver si respiraba, sentir sus pulsaciones, el corazón, pero no”, agregó.
En la misma habitación donde yacía el cuerpo de la víctima, había una gorra tirada en el suelo. Eso le hizo sospechar que un delincuente pudo haber entrado.
“Por ahí siento como un alivio de saber que no llegamos y nos encontramos con un tipo adentro de mí casa”, dijo.
“Sus manos tenían sangre, tenía sangre en la nariz y un hematoma cerca del párpado. Sé que abrió esa puerta pensando que era mi hijo”, comentó.
Horas antes Mafalda le había manifestado que le daría una botella de plástico de gaseosa de medio litro donde había guardado plata. Cree que eran cerca del $50 mil que tenían como destino los gastos del viaje de egresados del nieto. Y eso fue lo que se llevaron los delincuentes que entraron.
Al igual que los días anteriores, la defensa le consultó específicamente por una mujer allegada a su madre.
“Pasaba mucho tiempo en el domicilio de mi mamá, pero no vivían juntas. El domingo estuvo con ella. No sé el horario, pero hablamos después de las 19 y estaban juntas cocinando ñoquis de queso”, detalló. Sánchez vivía sola.
Antes pasaron otros tres testigos. Entre ellos un efectivo policial de la Comisaría 8° que estaba de guardia y acudió a la alerta de una persona fallecida en Chacabuco al 140.
Recordó que una mujer le dijo: “Mataron a mi mamá”. Aportó que en el lugar intervino luego personal de Homicidios, y que la muerte fue constatada por un profesional del Sempro.
También declaró una mujer policía, amiga de Mafalda de hace 20 años, que pidió permiso para ir cuando se enteró del hecho.
“Los vecinos me manifestaron que la habían matado, decían que habían estado en el lugar dos masculinos”, declaró, y dijo que no entró a la casa.
Dijo que Sánchez “era confiada y no tenía miedo de que le robaran”, que solía dejar la llave en una ventana.
También dio su testimonio un cartero que se cruzó con los supuestos trabajadores cuando fue a un departamento a entregar una correspondencia.
Transmitió que en el gabinete de la luz “había dos hombres”, y que tuvo que pedirles permiso para ver la ubicación de la dirección donde tenía que ir, ya que en ese sector está escrita esa referencia.
“No sé qué estaban haciendo, estaban en el gabinete de la luz. Yo vi que tenían ropa como de gafa y nada más. Solamente les pedí permiso para ver el número de los departamentos y proseguí”, declaró.
Sobre los detalles físicos de los sospechosos, describió que “uno era más alto y otro más bajito”, y cuando estaban de costado pudo observar que uno de ellos llevaba un tatuaje en el cuello. Además, dijo que uno tenía una voz “rara”, pero no pudo precisar más que eso.
Cuando se retiró, los sospechosos ya no se encontraban y habían cerrado el gabinete. Antes habló con una vecina: “Me preguntó si tenía un paquete de ella y le dije que no”.
Durante la rueda de reconocimiento, el hombre no pudo identificar a las dos personas que había cruzado al mediodía.
El juicio continuará desarrollándose en una fecha a establecer, debido a compromisos previos del Tribunal.