CRIMEN DE MAFALDA SÁNCHEZ
Justicia a medias, un condenado por “participación primaria” y un asesino que está libre: “Soy inocente”
Este martes Guillermo Páez recibió una pena de 10 años y medio de prisión, y el fallo fue unánime. Su defensa había solicitado la absolución al fundamentar que cuando asesinaron a la mujer, el hombre estaba trabajando. Ahora apelarán la resolución.
“Soy inocente”, volvió a decir Guillermo Páez este martes después que terminaran los alegatos, y antes que los jueces se tomaran dos horas para deliberar y emitir una sentencia.
Finalmente lo condenaron a 10 años y seis meses de prisión como responsable del delito de “homicidio en ocasión de robo” en calidad de partícipe secundario. Es decir que los jueces entendieron, por unanimidad, lo que sostenía el Ministerio Público Fiscal. No creyeron que Páez en el horario que mataron a Sánchez estaba trabajando.
En sus alegatos la defensa se enfocó en el horario expuesto por dos personas del barrio que observan a los sospechosos en la zona del tablero, para comprobar que Páez no estuvo ahí. Las vecinas dijeron que cuando se levantaron era en la franja de las 11 de la mañana, que lo primero que advirtieron es que no había luz.
Comenzaron a explicar que a las 11 el imputado todavía se encontraba en la obra, y que 15 minutos después salió por primera vez a comprar yerba y azúcar a un supermercado. Tuvo que volver a buscar plata porque no le alcanzaba para las dos cosas. Ese trayecto que hizo está acreditado por las cámaras de seguridad. Por último fue a una panadería, donde compró bizcochos y regresó. A esa altura ya eran las 11:59 (también de acuerdo al registro fílmico).
Adolfo Cafieri y Alejandra Zunini sostienen que “no es posible” que el acusado se haya trasladado hasta el barrio La Rioja para cometer el delito, y mucho menos cortar antes la luz.
Las testigos (una de ellas fue desistida por Fiscalía por los problemas psicológicos que padece, y por eso no declaró en el juicio) dijeron que los hombres que estaban con una caja de herramientas en la puerta de Sánchez vestían ropas oscuras.
Cafieri refrescó que Páez ese día llevaba un pantalón rojo y una campera azul. “No pudo haber cortado la luz telepáticamente, y ¿en qué tiempo se cambió y cargó las herramientas?”, planteó. Desde el lugar de los panificados hasta el domicilio de la víctima “hay unos 14 minutos yendo rápido, y además 11 semáforos”.
Para el fiscal Néstor Lucero no quedaron dudas que Páez fue el encargado de cortar la energía eléctrica para que se cometiera el delito, y que por eso estaba en la puerta, en el ingreso de las rejas. Y que otra persona (que no ha sido identificada) participó directamente del robo. También agregó que "se tomó el lujo de desafiar a las testigos", porque intercambió unas palabras con la chica que salió a pasear el perro.
En estas circunstancias se produce la muerte de la mujer: “No fueron con la intención de matar, dado que no fue violenta la causa del fallecimiento, pero sí hay un dolo eventual. Era consciente Páez que con su conducta podría causar la muerte, y la aceptó como tal. No evita esta situación, la continúa, nunca dijo ‘vamos’, terminemos esto acá. La actuación está acreditada”.
Para el Ministerio Público Fiscal Sánchez murió entre las 12 y las 13, y en su alegato Lucero marcó que el hombre no pudo decir dónde estuvo en ese ese transcurso de tiempo. En el juicio un policía dijo que después de las 12 le perdieron el rastro. Para él “es importante” porque la pericia realizada a un reloj digital de la víctima demuestra cuándo fue el momento que ya no ya no tuvo más pulso.
“No lo mostró ninguna cámara, después de eso, porque estaba trabajando”, insistió Cafieri.
Lucero se refirió al testimonio de la amiga de Mafalda, quien dijo que vio a Páez unos días antes en la casa porque había solicitado un turno, ya que ella era parapsicóloga: “Fue sin dudas una tarea de inteligencia, donde comprobó que la mujer vivía sola. Cuando cometieron el robo de una botella con dinero en efectivo se encontraron a una persona vulnerable”.
“Esta vulnerabilidad debe entenderse en triple sentido, primero por la indefensión, sabían que vivía sola; segundo era mujer, y tercero la edad. Se aprovecharon de esa vulnerabilidad”, expuso.
Cafieri introdujo que la Policía “hizo circular la foto de Páez” entre los testigos, y que hubo “un señalamiento particular” en su contra. Cuestionó la investigación. Aportó que las testigos lo identificaron cuando les enseñaron un álbum.
Lo describieron como “retacón y piel oscura, y que tenía un tatuaje en el cuello”. Tiene un tatuaje visible, pero está en la mano izquierda. Dijo que las vecinas hablaron con un sospechoso “que no era Páez”, dado que tampoco le pudieron encontrar una mordedura de perro. También indicaron que tenía gorro negro y gafas de plástico transparentes, pero nunca ese material fue hallado.
Criticó que “apretaron a Páez (los investigadores) para que le dieran un nombre”, y sumó la vez que la fiscal Torres fue hasta la Penitenciaría para hacer lo mismo: “Él hubiera dado cualquier nombre, un perejil y se salvaba pero optó por la verdad. Le preguntaron si no tenía un enemigo”.
En el debate también quedó establecido que la Justicia tiene el patrón genético de la otra persona que fue parte del crimen, es decir la que cometió el hecho de manera directa. En las uñas de Mafalda había ADN de un masculino, que no es de Páez ni de Daniel Rivarola (a quien imputaron por lo mismo pero tuvieron que liberar porque no encontraron pruebas para tenerlo más tiempo detenido).
Por esto último se abrió una compulsa que haría una investigación paralela, pero hasta el momento no sabe nada de eso. El abogado de la víctima, Emiliano Vera, fue consultado sobre esto y dijo que no tenía información, sin embargo se encargaría "de seguir" ese proceso.
Páez tenía el convencimiento de que lo dejarían en libertad.
Tuvo la posibilidad de decir su verdad, acusó a una fiscal y a un policía de "apretarlo y amenazarlo", de expresar que iba a responsabilizarse si hubiera cometido ese hecho. No quería "morir en la cárcel", y sabe que muchos años de su vida estuvo privado de la libertad.
Pero se fue al Servicio Penitenciario Provincial con su rostro devastado.
Se abrazó a su madre y se despidió de su esposa con un beso en la boca.