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VILLA MERCEDES

El clamor de una madre que sigue creyendo en la justicia del hombre: “Mi hijo todavía no descansa en paz”

El debate oral ya tuvo dos fechas para su realización en octubre pero no se pudo concretar porque hay “atraso” en otras causas. Finalmente ahora será el 10 de febrero.

Marité junto a su hijo Jesús, espera justicia.

por Catalina Ysaguirre

elchorrillero.com

Actualizada: 14/10/2024 12:33

A Jesús Muñoz lo mataron para robarle el celular y la moto, en la esquina de una plaza en Villa Mercedes. Lo atacaron cuando estaba con su novia. Lo apuñalaron en el corazón y la herida dejó un desconsuelo que no se puede explicar con palabras. Desde entonces Marité Escobar clama por justicia. Se había ilusionado, y pensaba que el mejor regalo para el Día de la Madre sería una sentencia de prisión perpetua para los asesinos.

No es su único hijo, pero vivían juntos y ahora la casa le quedó enorme, con los recuerdos de él en todos los rincones, y un silencio que le retuerce el alma. Marité tiene el corazón roto, y el padre y los hermanos también. Cada uno lleva el dolor como puede. No hay un solo día que ella no llore.

Este miércoles 16 de octubre, a las 9 de la mañana, iba a comenzar el juicio contra Isaías Sebastián Suárez, Rodrigo Exequiel Chilote y Jonathan Moreno, los imputados por el asesinato.

El hecho quedó encuadrado como “homicidio criminis causa en concurso real con robo calificado por el uso de arma, en poblado y en banda”. El Ministerio Público Fiscal solicitó la prisión perpetua.

Este jueves le comunicaron a la familia que el inicio se suspendió porque hay muchos debates “atrasados”, y que se trasladó para el 10 de febrero. Esta es la segunda vez, ya que la primera fecha fue el 8 de octubre.

“Me había hecho ilusiones, porque para mí iba a ser el mejor regalo, darle el descanso eterno. Que a estas personas les den la pena que se merecen por lo que hicieron”, contó Escobar en declaraciones a El Chorrillero.

Este mes, además, tiene un significado especial: el 29 de octubre es el cumpleaños de Jesús. Cumpliría 29 años. “Me imaginaba que iría a su tumba a decirle ‘hijo, hicimos justicia con tu padre y tus hermanos y ahora podés descansar en paz’”, completó. Pero los tiempos de la Justicia son otros, y no tiene más opciones que la paciencia. “Voy a esperar creyendo en la justicia del hombre y justicia de Dios porque esto no puede quedar así”, agregó.

Lo recordó como un chico que “que lo conocía todo Villa Mercedes, que era el ser más dulce y bueno que existía, no decía nunca que no a nadie”. Lo único que “no prestaba era la moto, la cuidaba como oro porque la quería cambiar”.

Jesús trabajaba como delivery, y con la plata que ganaba se estaba armando su barbería. Ese era su emprendimiento, pero al mismo tiempo se había inscripto en la Universidad Provincial de Oficios (UPrO) para capacitarse en electrónica.

“Ya vengo má”, le gritó el día que se fue de su casa con su novia, y el destino quiso que se le atravesaran tres delincuentes. “Pasaron 15 minutos, después media hora y le mandé un mensaje para saber dónde estaba, pero ya no me contestó”, recordó la mujer. La última vez que lo vio con vida fue en el hospital, herido. No se acordaba muy bien lo que le había pasado pero le salieron palabras para tranquilizar a su madre: “Voy a estar bien”.

Sin embargo, tras la operación no pudo sobrevivir. El arma blanca había perforado la membrana del corazón y eso le causó un shock hipovolémico. Fue el 25 de febrero, horas después de la puñalada que le dieron para robarle en una plaza del barrio 1000 Viviendas.

Jesús estaba con su novia cuando llegaron tres malvivientes. Primero se fueron encima de la chica, pero él puso su brazo (fue cuando recibió la primera herida) y le dijo que corriera a pedir ayuda. Los tres lograron reducirlo a golpes. Le dieron con el casco en la cabeza, piñas y patadas. Uno tenía un cuchillo envuelto en una remera y cuando estaba en el sueño le dieron el puntazo directo al corazón. Escaparon con la moto y el celular.

Muchas cosas de él están guardadas en su habitación. Por ejemplo todo los materiales adquiridos para hacer funcionar su peluquería. Marité puso a la venta la silla (que es hidráulica y que sale $600 mil) para tener el dinero necesario y pagarle al abogado que los acompañó desde el inicio de la causa. Pero hasta el momento no consiguió que alguien se la compre. Tampoco ahora tienen un abogado, porque no podrían pagarlo. Ha quedado pegado el espejo, y sus recuerdos dando vuelta.

“Lo que deseo es verlo algún día. Porque el que no tiene hijos no sabe lo que es perderlo. Pero aparte de que era mi hijo, era mi compañero”, expuso.

Son tres los imputados por el crimen.

La reconstrucción del asalto

La investigación estuvo a cargo de José Olguín y así fue como reconstruyó el momento del robo fatal.

A la esquina de Jujuy y Pedro B. Díaz, los asaltantes llegaron en la moto de Isaías Suárez, de 18 años. Él la manejaba. En el medio se sentó Jonathan Moreno, (24 años) y atrás Rodrigo Chilote (21). Estos dos son hermanos. Moreno fue el autor de las puñaladas.

Como no tenían la llave, Moreno y Chilote rompieron los cables, la encendieron, se subieron y huyeron. Suárez lo hizo en la suya. Ni bien llegaron a sus casas comenzaron a ofertar las cosas a los vecinos.

El teléfono estaba en un asentamiento ubicado al final de la calle Amaro Galán, donde las viviendas son muy precarias. Más datos que fueron llegando les permitió cerrar la historia.

Aunque quisieron escapar cuando llegó la Policía, fueron detenidos tras el allanamiento a viviendas precarias, y encontraron todo. De manera instantánea, uno de ellos les indicó dónde estaba la moto de Jesús, y otro a los gritos les decía a los policías que “no iba a caer solo”. Nunca negaron que participación del crimen. Ventilaron la parte que hizo cada uno.

El vehículo de la víctima estaba a pocos metros de las viviendas, tapadas con yuyos y tierra, al lado del Río Quinto.

El celular lo habían vendido a una vecina por $20 mil, quien cuando supo de la situación lo entregó voluntariamente. A la motocicleta también estaban por comercializarla, pero no a través de las redes sociales.

Moreno tiene una causa por asalto a mano armada (con un cuchillo). Estuvo en la cárcel por eso, pero mientras esperaba que le hicieran juicio estaba en libertad.

Ninguno de los tres estudiaba ni trabajaba al momento del hecho. Aunque para subsistir dijeron que “hacía changas”. Vivían con sus padres.

Los tres fueron detenidos el mismo barrio, cerca del Río V.

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