No podía caminar por una esclerosis múltiple, pero revirtió su historia: hoy corre carreras y brinda charlas motivadoras
Marcelo Scrimaglia superó varios obstáculos desde que declararon su enfermedad. Pudo intercambiar quietud por movimiento, y transformar sus dolores en ayuda.
Por Sonia Schoenaker
“Si tenés fe, rezá”, fueron las palabras que le dijo un médico a Marcelo Scrimaglia cuando le diagnosticaron esclerosis múltiple.
La enfermedad autoinmune afecta el cerebro y el sistema nervioso central, causando, entre otras cosas, trastornos del control muscular. Pero el villamercedino pudo convertir el sufrimiento en deporte, y encontró la manera de ayudar a otras personas a través de charlas motivacionales.
En 2001 Scrimaglia tuvo un brote de parestesia (sensación de hormigueo) en pies y manos, pero un profesional le dijo que solo se trataba de un momento de estrés, y que “así como vino, se va a ir”.
La vida transcurrió con normalidad hasta el año 2011, cuando debió ir de nuevo a atenderse por síntomas parecidos a los que había experimentado hacía ya unos 10 años.
Es de Villa Mercedes, pero en aquel entonces se encontraba viviendo en San Miguel de Tucumán.
Tras el diagnóstico, la enfermedad comenzó a avanzar y Marcelo perdió en gran porcentaje la capacidad de caminar. Sus piernas estaban entumecidas y prácticamente no le respondían.
En el proceso comenzó a sentir paranoias. “Salía a la calle y creía que la Policía me seguía por todos lados”, contó en diálogo con El Chorrillero. Fue allí que se unió a un movimiento de fe llamado “Puentes”, empezó a asistir a retiros espirituales y pudo “sanar esa idea fija”.
En 2016, Scrimaglia se había mudado a Catamarca y se encontraba en búsqueda de un horizonte, quería definir “que hacer con la vida”.
Solo bastaron dos horas frente al televisor para que Marcelo tome envión y encuentre su motivo para vivir: “Un día vi una película llamada ‘100 metros’, de un hombre que hizo un triatlón Ironman con esta enfermedad. A partir de ese momento empecé a revertir mi historia”.
Siete meses después, corrió sus primeros 10 kilómetros. A día de hoy, lleva en total 450 kilómetros corridos en carreras de 5, 10, 15 y hasta 21.
“Hacer deporte fue la mejor herencia que recibí de mi papá. Fue importante para mi vida de ahora, y hoy en día me permite hacer cosas y estar todo el día activo”, relató.
En diciembre de 2023, a sus 55 años volvió a vivir a Villa Mercedes y actualmente trabaja en el área de equinoterapia de la secretaría de Estado de Personas con Discapacidad, en La Pedrera.
Con un equipo de trabajo, visita escuelas de la ciudad contando su historia de vida, visibilizando distintas discapacidades y, sobre todo, brindando su testimonio de “cómo se puede salir adelante”.
“Hay días que estoy bien, hay días que estoy más o menos, hay días que parecen un signo de preguntas. A mí me dicen que tengo el chasis desviado”, bromeó.
Uno de sus objetivos es conocer a más personas con el mismo diagnóstico, para poder “ayudar y motivarlas en lo que más pueda”.
“Yo les quiero decir que, si bien es cierto que es una enfermedad complicada, se puede salir adelante. Que todo pasa absolutamente por uno. Es fácil a veces que te diagnostiquen una enfermedad y tirarse al abandono, victimizarse. Eso a mí realmente no me gustaría para ellos porque es algo que yo pasé”, dijo.
Señaló que está dispuesto a acompañar a otros pacientes “para que se den una opción, una oportunidad de ver que nada es imposible y que hay miles de maneras para poder salir adelante”.
También le dedica tiempo a su profesión de diseñador gráfico. Realiza para vender animaciones y estampados en gorras, remeras y tazas.
El próximo mes tiene previsto brindar una charla en la Universidad Provincial de Oficios, donde compartirá con los presentes detalles de su vida y consejos para poder superar obstáculos desde su punto de vista.