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¿Cómo elijo mi carrera? | Orientación vocacional: compañía y ayuda profesional, las claves para superar una decisión difícil

Con apenas 17 años, al finalizar el secundario, miles de chicos se acercan a su primera elección compleja. Las presiones sociales, familiares y las dudas generan ansiedad y angustia. Qué ofrece San Luis para sobrepasar el desafío y cómo deben actuar los padres.

Javier Joaquin.
Actualizada: 27/10/2024 01:29
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Es una interrogante que, inexorable, llega a todos los adolescentes que están cerca de terminar la escuela secundaria. Es, nada menos, saber qué carrera estudiar en los próximos años, en qué profesional convertirse para afrontar la vida. Pero no siempre es fácil responder aquella pregunta que escuchamos desde niños: “Que quieres ser cuando seas grande?”. Muchos jóvenes transitan sus años escolares sin poder determinar del todo esa convicción y es vital recurrir al auxilio que significan los talleres de orientación vocacional. En San Luis existen múltiples opciones para que los chicos puedan indagar en sí mismos con la gran ayuda de psicólogos y psicopedagogos y así descubrir qué porvenir seguir desde una universidad o escuela terciaria.

Test vocacional.

En la provincia hay un abanico de entidades educativas que generaron ese ámbito y lo mantienen abierto a miles de chicos en pos de ayudarlos a descubrir qué quieren estudiar. El Chorrillero dialogó con diversos profesionales ligados a la problemática ya que hay un abanico de entidades educativas que generaron ese ámbito y atienden a cientos de alumnos que transitan los últimos años del nivel secundario.

Para los protagonistas de esta historia, la encrucijada no es sencilla. Definir a los 17 años qué profesión ejercerán en el futuro para mantenerse a ellos y sus familias no es tarea sencilla. Son casi niños. Es una decisión complicada porque a esa edad muchos factores todavía son una incógnita y las vocaciones, en muchos casos, todavía no están claras.

En incontables ocasiones, para peor, los padres y hasta abuelos son una carga extra porque existen papás profesionales que presionan a sus hijos para que sigan su legado y la dinastía se extiende de generación en generación ya sean abogados, médicos, docentes, kinesiólogos, panaderos o cualquiera sea el oficio de papá, mamá o los abuelos. Esa es una pesada mochila para un joven que, tal vez, siente atracción por otra profesión o simplemente rechace ser aquello que su familia hizo por décadas.

Tener mucha paciencia, escucharlos y acompañarlos es el comportamiento más saludable por parte de los padres. Lo mismo que colaborar en la búsqueda de profesionales o entidades que puedan guiarlos en un tramo muchas veces crucial para los chicos.

En San Luis casi todas las casas de estudio poseen áreas, departamentos, gabinetes, guías y hasta páginas web netamente dedicados a la orientación vocacional algo que, hace pocos años atrás, no existía o solo en algunos espacios había algún acompañamiento.

“Definir qué estudiar, la carrera a seguir es algo muy importante para los chicos y sus padres. Desde julio a esta parte es una época en la que se enfocan en esta problemática. Además de la pregunta ‘Qué voy a estudiar?’ viene el tema de dónde lo haré, si podré irme de San Luis o me quedaré acá y cuáles son las condiciones con las que cuenta la familia para que ese chico vaya y estudie”, afirmó la psicóloga Soledad Funes, quién se desempeña en el Área de Acompañamiento Estudiantil del Instituto de Formación Docente Continua (IFDC) de la ciudad capital.

“Es una situación bastante compleja porque son adolescentes que, de repente, se encuentran terminando su nivel secundario con 17 años y tienen que proyectarse hacia un futuro. Para ellos el pensarse en una proyección futura es bastante complicado. Los estudiantes viven el hoy y tienen que, de golpe, empezar a pensar en su mañana. No es sencillo. Entonces nuestro objetivo desde el taller Orientación Vocacional con el que contamos es darles un acompañamiento y ayudarlos ante esa incertidumbre. “Trabajamos con algunas estrategias, herramientas, dentro de una guía de orientación”, añadió.

El IFDC capitalino posee una web en la que figuran actividades vinculadas a la orientación vocacional. Pueden descargar una guía y completar diversos puntos y así obtener información que los ayudará a perfilar una decisión. Los chicos contarán con asesoramiento para ver qué les gusta y pueden estudiar. El sitio es://ifdcsl.edu.ar/estudiantes/acompañamiento.

Una vez allí pueden descargar la guía que consta de 27 páginas con un seguimiento, preguntas, recomendaciones y tips que componen un acompañamiento integral que puede extenderse a consultas personales en el centro educativo ubicado en avenida Lafinur, en la ciudad capital. El equipo a cargo del área además de psicólogos y psicopedagogos, lo integra una comunicadora social y profesores de la casa.

“No solo se trata de qué quiero estudiar, sino qué puedo estudiar. Porque para alcanzar una ayuda integral se debe abrir el diálogo, no solamente de los mis gustos del estudiante, sino también sus habilidades y hablar con la familia. Entre todos analizar qué condiciones tienen para, a partir de ahí, empezar a analizar las ofertas educativas. Es una etapa que al chico le provoca muchísima incertidumbre. Por eso es clave que el chico o chica se den tiempo para conocerse, para dudar, para pensar, para poder poner en palabras aquello que les genera esta etapa”, explicó Funes.

Ayudarle a un adolescente a tomar una decisión importante es una tarea difícil y entre ellos hay múltiples pensamientos o conductas. Para las psicólogas y psicopedagogas que los asisten, la labor es primero individual y en ocasiones grupal. Los casos son muy variados.

Taller de orientación vocación de la Universidad Nacional de Comechingones. (Foto gentileza)

“Tenemos estudiantes que están ya claramente definidos sobre lo que van a estudiar, otros que no saben, pero tienen que saben las posibilidades con las que cuentan y quieren terminar de definir al terminar el secundario y después tenemos alumnos que están absolutamente desconcertados y que ni siquiera se han preguntado todavía si quieren estudiar. Entonces el objetivo de esta guía es poder brindarles herramientas a esos tres grandes grupos incluso hay un apartado especial dirigido a aquel que no puede estudiar o no quiere estudiar por el momento. Nosotros siempre aconsejamos que es fundamental estudiar pero si hay alguien que desiste y quiere trabajar lo ayudamos a ver cómo insertarse en el mundo laboral”, aclaró la psicóloga.

Ir paso a paso, sin apuros

Los jóvenes en muchos casos pueden sentir la presión y caer en problemas de ansiedad a raíz de la decisión que deben tomar. “El acompañamiento familiar tiene que poseer sus cuidados. Hay chicos muy responsables que pueden transitar este trayecto de su educación con mucha seriedad y pueden ser afectados sobre todo si no tienen definida su vocación. Es un momento que los puede llevar a la angustia”, señaló Funes.

El cierre de una etapa como la escuela secundaria no es algo liviano para los chicos. En el último año transitan los últimos instantes con sus compañeros y profesores que los acompañaron por muchos años. “El final del secundario es un duelo, implica toda la tristeza y nostalgia que significa dejar atrás una etapa que ha sido muy bonita. Es emigrar de una institución que les resulta conocida, que es casi como nuestra casa y donde fueron desde muy pequeños y sus compañeros son su familia. De repente uno tiene que soltar ese espacio que nos ha identificado y que forma parte de nuestra rutina, de lo cotidiano y enfrentarse a lo incierto. Y es lo desconocido lo que nos genera es mucha angustia y ansiedad. Entonces la idea es que nosotros podamos acompañarlos es fundamental, respetando sus tiempos y validando sus miedos y angustias”, comentó Funes.

Para la psicopedagoga, Olga Córdoba la búsqueda de los adolescentes por encontrar esa vocación y la convicción de lo que querrán hacer en el futuro no es exclusividad de los chicos, también incluye a gente mayor que aún se encontró con aquello que le gusta como profesión.

“La escuela secundaria no es en lo único que trabajamos porque además hay jóvenes que buscan reelegir una carrera. Muchos están cursando, a lo mejor, el primer o segundo año de la carrera y se dan cuenta que no es lo que ellos pensaban o a lo que quieren dedicarse. Entonces necesitan hacer reorientación vocacional. Lo que buscamos es justamente acompañar al consultante en este proceso de decisión que no es muy significativa. Si al darse cuenta que la carrera que transitan no era la esperada, los padres de ese chico no deben asumirlo como un fracaso. Es parte del proceso, es vital respetar lo que sienten sus hijos y acompañarlos en ese volver a empezar”, comentó la psicopedagoga en diálogo con El Chorrillero.

Psicopedagoga Olga Córdoba.

Córdoba es la titular de la Asociación Sanluiseña de Psicopedagogos donde un grupo se dedica a la orientación vocacional dentro de la faz privada. Todos tienen diferentes formas de desarrollar ese acompañamiento. “En lo personal abordo los procesos de manera individual o grupal. En ese caso creo que es un espacio de encuentro para los chicos que transitan esta etapa y que tienen pocos lugares en los cuales conversar sobre esto. A veces, por supuesto, es el entorno familiar, pero allí también surgen ciertas presiones para que tomen una decisión sí o sí porque ven la inminente finalización de la escuela secundaria que, a veces, implementa espacios donde los chicos pueden recibir información pero no generan lugares donde puedan hablar sobre lo que les pasa. Entonces la idea es ofrecer espacios de encuentro en estos procesos para que el joven vea que hay otros pares que pasan por la misma situación y comprendan que no es un drama sino una etapa que hay atravesar”, remarcó.

Cuando equivocarse no es un fracaso

Cómo llegan los chicos a los talleres o consultorios de orientación vocacional a veces refleja las presiones que sufren. El principal temor es el de equivocarse al momento de elegir la carrera lo que costaría tiempo en una universidad que abandonarán y dinero a su familia. En la orientación vocacional buscan una precisión que debe nacer de ellos.

“Las razones por las cuales los chicos vienen son o porque no tengo ni la más pálida idea de lo que quiero estudiar o porque ya pensé algunas carreras, pero quiero confirmarlo. O quiero cambiar de carrera pero no sé a cuál. La idea del proceso en esos casos es un poco ayudarlos a confirmar para darles un poco más de certezas. Hay presiones sociales y miradas que ven en e abandono o cambio de una carrera una cuestión negativa con una connotación significativa similar al fracaso. Por eso los chicos muchas veces vienen con la idea de que “Quiero confirmar lo que me gusta porque no quiero fracasar”. Los veo muy condicionados y sufren. Entonces la mirada es acompañarlos en esto, en el proceso de orientación, aunque nunca se tiene la certeza al 100% para tomar una decisión porque esa elección se confirma cuando transitan la experiencia. En el estudiar la carrera, ver cómo es y analizar lo que me pasa con eso que estoy estudiando”, señaló Córdoba.

 

 

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