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¿Quién le teme a Donald Trump?

Investido como el presidente número 47 de Estados Unidos, Donald Trump regresará el próximo 20 de enero al tablero geopolítico en medio de amplia expectativa, temores, esperanza y tensiones en varias latitudes. Llega con un discurso vertical, expansionista, proteccionista en el ámbito económico y hostil frente a la inmigración. Trump sabe que el tiempo es uno de sus activos más valiosos. ¿Qué puede esperar el mundo del regreso del republicano? En France 24 lo desciframos.

Donald Trump.
Actualizada: 19/01/2025 22:34
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El 20 de enero de 2025 pasará a la historia como el día en que Donald Trump regresó a la Casa Blanca en medio de un convulso panorama internacional.

Tras un sorpresivo resurgimiento político luego del asalto al Capitolio de 2021 y una agitada carrera electoral rumbo a las elecciones del pasado noviembre, el líder republicano consuma su segunda Presidencia a través de la radicalización en la retórica que lo llevó al poder por primera vez en 2016.

Como el nuevo inquilino de la Casa Blanca, el magnate neoyorquino amenaza con irrumpir en el panorama mundial de una manera más agresiva que en su primer mandato, en el que fue castigado por su inexperiencia política, que limitó su capacidad de acción y de materializar en su totalidad las promesas que le ganaron el voto estadounidense hace ocho años.

Hoy, Trump cuenta con un gabinete leal con experiencia dentro de la burocracia estadounidense, un control de la Cámara de Representantes y la Corte Suprema, además de un Partido Republicano volcado a su figura.

Con esta suma de factores, Trump ha ido revelando un ambicioso plan de acción en política exterior que promete alterar el tablero internacional actual, no solo en los cuatro años de su mandato, sino también de forma permanente.

"Aunque tiene poco tiempo para realizar los cambios prometidos, Trump ahora cuenta con más experiencia en el aparato burocrático y ello puede ser alarmante para la comunidad internacional, así como para diversos actores que puedan verse afectados por sus posturas y visiones políticas", señala a France 24 Edmundo Meza, maestro en Estudios de Norteamérica y docente en la Universidad Iberoamericana Puebla.

La comunidad internacional, lastrada por los numerosos conflictos bélicos que se desarrollan en la actualidad y tambaleante ante el surgimiento de nuevos poderes mundiales, ve con preocupación el regreso del trumpismo en Washington y está expectante de cómo abordará el nuevo presidente estadounidense los temas más importantes que conciernen al planeta.

El factor Trump y los conflictos en Ucrania y Gaza 

En primera instancia, el nuevo jefe de la Casa Blanca se enfrenta a los desafíos inmediatos que representan los conflictos en Ucrania y la Franja de Gaza, dos de los más letales y controversiales de la última década. Sin embargo, cada postura que Trump ha dejado entrever en los últimos meses tras su elección, con respecto a las dos guerras, dista mucho la una de la otra.

Desde el inició de la guerra en Ucrania, Trump ha sido un ferviente crítico del conflicto, llegando a declarar que, si él hubiera sido presidente durante la explosión de las hostilidades, la guerra nunca hubiera ocurrido. Además, el líder político ha hecho campaña con la promesa de ponerle punto final a la invasión rusa "en 24 horas", aunque ese final podría no ser el que el Gobierno ucraniano desea.

El nuevo presidente estadounidense ha expresado públicamente sus dudas sobre el apoyo militar y económico de Washington a Kiev, añadiendo que, si el Gobierno de Volodímir Zelenski quiere seguir recibiendo la asistencia estadounidense, debe hacer cambios en sus expectativas para un eventual proceso de paz en Ucrania.

Además, el círculo de Trump en su segundo mandato hace eco de su actitud. Keith Kellog, nombrado por Trump como enviado especial para la guerra en Ucrania, desarrolló una propuesta para poner fin al conflicto que obligaría al presidente ucraniano a tener una mayor apertura en las negociaciones con el Kremlin para contar con el apoyo de Washington, aunque eso signifique aceptar concesiones territoriales.

"Simplemente no creo que sea realista decir que vamos a expulsar a todos los rusos de cada centímetro de suelo ucraniano, incluso de Crimea. El presidente Trump ha reconocido esa realidad, y creo que ha sido un gran paso adelante que el mundo entero reconozca eso. Ahora vamos a seguir adelante", mencionó Mike Waltz, asesor de Seguridad Nacional sobre el nuevo Ejecutivo trumpista, el pasado 12 de enero.

Por su parte, China está con los ojos puestos sobre los próximos pasos de Trump en Ucrania, ya que su apertura a la negociación con Rusia podría animar a Beijing a que consume uno de sus objetivos de política exterior más codiciados en tiempos recientes: Taiwán.

En Medio Oriente, el panorama es distinto. Aunque el republicano ha mencionado que tendrá como una de sus prioridades el fin de los ataques israelíes dentro de la Franja de Gaza, también ha sido enfático en su compromiso con la "seguridad" de Israel.

Con un acuerdo de tregua previsto entre Hamás e Israel que promete ponerle fin a las hostilidades recrudecidas desde 2023, el futuro posguerra dentro del enclave palestino parece aún incierto, con un presidente estadounidense que parecería proclive a permitir el control de Israel de la seguridad en los territorios palestinos, lo que podría complejizar aún más la situación en Cisjordania ocupada y la misma Franja de Gaza.

John Polga, profesor asociado de Ciencias Políticas en la Academia Naval de Estados Unidos, resaltó la inclinación negociadora de Trump para con sus relaciones políticas en Medio Oriente, destacando que algunos líderes de la región ya se han ido acercando al círculo trumpista para preparar el camino en la segunda Administración del republicano.

Aranceles, la palabra favorita de Trump

Otro frente en el que Trump amenaza con irrumpir con dureza es en la economía mundial.

Desde sus inicios en la política, el líder republicano ha defendido una retórica nacionalista basada en un imaginario en el que Washington ha sido el principal desfavorecido dentro del comercio internacional, señalando a sus socios comerciales de aprovecharse de la benevolencia estadounidense y no seguir las normas internacionales de comercio.

Con sus eslogan ‘Make America Great Again’ y ‘America First’, Trump ha abogado por el proteccionismo nacionalista y el renacimiento de la industria estadounidense, golpeada por la globalización y la entrada de bienes producidos en países como China, según su discurso.

En su segunda Administración, Trump defiende que la fórmula para contrarrestar el malestar económico en Estados Unidos está en una palabra: aranceles.

"Trump se ha jactado de que ‘arancel’ es su palabra favorita, y los gobiernos extranjeros harían bien en tomárselo en serio. Trump utilizará los aranceles como palanca con China, probablemente partiendo de la premisa de que China no había cumplido sus compromisos en virtud del acuerdo comercial alcanzado al final de su primer mandato", escribió Bilahari Kausikan, ex secretario permanente del Ministerio de Asuntos Exteriores de Singapur, en la revista ‘Foreign Affairs’.

El nuevo encargado de la Casa Blanca ha amenazado a discreción con aumentar los aranceles a los productos procedentes de múltiples naciones. Con China, Trump amenaza con recrudecer la guerra comercial que protagonizó en 2016, avisando que aumentaría entre 10% y 60% los aranceles a productos chinos.

México es otro de los países amenazados por el presidente estadounidense. En campaña, Trump avisó que elevaría hasta un 25% los aranceles a productos mexicanos, y canadienses, si Ciudad de México no lograba detener el flujo de fentanilo que entra a territorio estadounidense por la frontera, además de exhortar al Gobierno de Claudia Sheinbaum a reforzar el control fronterizo en el sur del país para detener la llegada de migrantes irregulares a Washington.

Para algunos analistas, las amenazas de aranceles lanzadas por el republicano en meses pasados son solo parte de una estrategia para obligar a los amenazados – sus principales socios comerciales, incluidos – a renegociar acuerdos de índole económica, migratoria y de seguridad regional.

La comunidad migrante contiene la respiración 

Dentro de la lógica trumpista, la comunidad migrante es una de las principales amenazas a la economía, la política, y hasta los valores de la sociedad estadounidense en tiempos modernos, por lo que, en su primera Presidencia, Trump tomó polémicas medidas restrictivas en contra de los flujos migratorios irregulares, llevando consigo una retórica xenófoba y racista que convenció a su electorado una segunda vez en 2024.

En su segundo mandato, Trump promete ser aún más duro con la migración. El republicano ha avanzado que una de las primeras medidas de su segundo gobierno será implementar "la mayor operación de deportación" en la historia del país, teniendo como objetivo los millones de personas migrantes indocumentadas que residen, trabajan y viven su vida en Estados Unidos.

El magnate neoyorquino advierte que su Administración tiene por objetivo deportar a un millón de personas cada año, un número récord en la historia contemporánea estadounidense, advirtiendo que usará al Ejército y a un reforzado Servicio de Control de Inmigración y Aduanas (ICE) para conseguirlo.

Entre tanto, las personas migrantes que esperaban poder ingresar a Estados Unidos antes del 20 de enero ya reconocían sus preocupaciones por el futuro próximo de su paradero ante la segunda Presidencia de Trump.

"Nos preocupa totalmente porque se dicen tantas cosas, y para nadie es un secreto que cuando Donald Trump dice esas cosas, las cumple", reconoció para AFP Dayana Hernández, venezolana de 36 años, que espera por una cita con las autoridades migratorias estadounidenses con fecha del 29 de enero.

De nuevo, México sale en el mapa trumpista como una pieza fundamental en el plan del republicano. Trump mencionó durante su campaña que empujaría por conseguir restaurar a Ciudad de México como un ‘tercer país seguro’ y poder enviar personas migrantes en situación irregular detenidas en rumbo a territorio mexicano.

Desde el Palacio Nacional en México, la presidenta Claudia Sheinbaum dice que su Gobierno está preparado para una eventual ola masiva de deportaciones de connacionales mexicanos, aunque la semana pasada, algunos gobiernos de estados norteños como Sonora y Chihuahua admitieron que, aunque habían apresurado la apertura de más albergues migratorios e infraestructura para recibir a las personas deportadas, el sistema podría no estar completamente preparado para una situación como la que Trump vaticina.

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