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JUSTO DARACT

El testimonio de la joven que denunció al geriátrico: “Me pedían que los atara, que me hiciera respetar y les diera una cachetada”

Sheila Cuello dio el primer paso para que clausuraran el lugar donde los adultos mayores eran violentados. Aportó las evidencias más fuertes que ahora son investigadas por la Justicia. Pidió que las responsables “paguen por lo que hicieron”.

La joven que denunció lo que pasaba en el geriátrico.
Actualizada: 29/01/2025 15:26
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Sheila Cuello llegó a Justo Daract con su hija de 2 años y necesitaba trabajar. Vino a caer en “Hogar luz de vida” donde le ofrecieron un sueldo de $250 mil para hacer de comer y cuidar a 8 abuelitos. Aceptó y se quedó. Pasaron los días y ya no soportó más las injusticias que padecían esas personas.

Tiene 21 años, y la semana pasada encontró el valor para denunciar en la comisaría del pueblo. No solo relató las situaciones, sino que aportó las pruebas más contundentes que grafican cómo vivían los abuelitos. A ella la contrató Marta Pérez, y también tenía que cumplir las órdenes de la hija de la mujer, Melanie Biscaldi.

“Los primeros días fueron todo amor, todo bien, hasta que se fueron viendo algunas cosas que no me empezaron a gustar, por ejemplo, los gritos de Marta. Cuando empezaba a gritar, cuando me empezaba a apurar. Se enojaba si te salían las cosas mal porque como yo era principiante, no tenía idea de nada”, relató a los medios que la entrevistaron el lunes por la tarde cuando los habitantes de la localidad se movilizaron y pidieron justicia.

Cuando comenzó, los turnos de la mañana, tarde y noche eran cubiertos por otras mujeres, que luego se desvincularon. Al final solo quedó Sheila, cuando Rocío terminó renunciando.

“Ella me empezó a decir que les hiciera cosas a los abuelos, por ejemplo que los atara cuando se portaban mal, que me hiciera respetar, que si ellos me hacían algo les metiera una cachetada, que si no lo hacía ella se la iba a agarrar conmigo”, describió, en relación a Pérez.

Recordó que tuvo que atar a una de las personas, con los pedazos de tela que estaban en los caños, porque se había sacado el pañal: “Yo lo até, le saqué una foto, me la guardé, se la mandé a ella y lo desaté. Le pedí perdón porque me sentí mal”.

También mencionó que Pérez le dio un cachetazo a otro adulto mayor, y después, en otra oportunidad al mismo abuelo le pegó hasta dejarlo tirado en el piso del baño con la cabeza lastimada.

“Al principio ella me decía que todos los abuelos eran malos, que cada uno tenía su historia, que eran una basura. Después empecé a fijarme que la basura era ella”, dijo.

Explicó que aunque estaba en contra de esos comportamientos, seguía trabajando porque debía alimentar y mantener a su hijita de dos años.

Dijo que Pérez le repetía que “iba a ser la única persona que me iba a querer, que me iba a ayudar, que iba a querer a mi hija”, no la dejaba salir del hogar y tampoco le pagaba las horas de trabajo.

“Quiero verlas a ellas dos (Marta y Melanie) detrás de las rejas, porque así como ellas me humillaron, yo las quiero ver ahí pagando por lo que hicieron porque esto no viene de ahora, esto viene desde hace bastantes años”, dejó en claro.

Sobre los abuelos sostuvo que se quedará con lindos recuerdos, por ejemplo cuando los hacía bailar.

Con su teléfono tomó registros de cómo era su trabajo, cómo los entretenía y cuando les hacía la comida. Recordó que cuando les pintó las uñas a las abuelitas, Pérez se enojó y la obligó a que les quitara el esmalte.

“Tenían poco para comer”, también dijo cuando le preguntaron, porque la Justicia comprobó que no había pan, y tampoco mercadería en el establecimiento.

 “Ahora estoy feliz porque son libres, aunque dos están encerrados en otros geriátricos, que para mí es injusto”, añadió.

Pérez y Biscaldi se encuentran actualmente en libertad. La investigación la lleva la Fiscalía N°3, que está a cargo de José Olguín.

Las pruebas del estado en el que estaban los abuelos.

Las pruebas del estado en el que estaban los abuelos.

Las pruebas del estado en el que estaban los abuelos.

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