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Liliana, la físicoculturista que trabaja 12 horas y es sostén de su hogar

La sanluiseña tiene 48 años, es empleada doméstica y por las tardes entrena en el gimnasio. A la noche cena junto a sus cuatro hijos y tres nietos que viven con ella.

Foto archivo
Liliana Echenique en plena competencia.
Actualizada: 04/05/2025 09:32
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Liliana Echenique tiene 48 años, es mamá soltera de cinco y abuela de tres y trabaja como empleada doméstica 12 horas diarias. Luego, vuelve a su casa, prepara la comida y parte al gimnasio en el que pasa dos horas todos los días para subirse al escenario dos veces al año y competir en wellness dentro del fisicoculturismo. Una disciplina que implica constancia y sobre todo fuerza, pero de voluntad.

La sanluiseña empezó a entrenar hace seis años por cuestiones de salud, ya que padecía de sobrepeso. Impulsada por sus hijos, que resaltaron su pasión por el ejercicio, en 2024 comenzó a competir profesionalmente. Desde entonces, acumula dos medallas, una de 4° puesto en Challengers y otra de 2° lugar en Master Wellness.

“Empecé a hacerlo como un hobby y después, a medida que fui entrenando, me decían que compitiera. Al principio no me llamaba la atención, hasta que un día mi hija más grande me alentó para que lo hiciera y me animé”, explicó Liliana en medio de su entrenamiento.

En su casa viven cuatro de sus hijos y sus tres nietos, la mujer es el principal sostén de su hogar y, si bien algunos ya son mayores y se hacen cargo de las tareas del hogar, todas las mañanas antes de arrancar su jornada laboral Liliana lleva a uno de ellos al colegio. Luego, ingresa a las 8 a su primer empleo, hasta las 14 y desde las 14:30 está en su segundo trabajo, en la parte del consorcio de un edificio, hasta las 18:30.

Liliana con su medalla de plata, en el podio (Foto Archivo)

“Vuelvo del trabajo, me baño y me voy a entrenar. Después me tomo mi batido y, generalmente, preparo la cena para todos. Así es mi vida toda la semana, solo descanso el domingo, porque el sábado trabajo a la tarde. A veces se me hace difícil, sí, pero mis hijos son mis mayores motivadores cuando no tengo ganas de ir al gimnasio”, contó.

La deportista se ejercita de lunes a viernes un mínimo de dos horas. Allí cumple a rajatabla el cronograma establecido por su entrenador donde dividen los grupos musculares por día, pierna, glúteo, espalda, pecho y brazo. La actividad se alterna según la fase alimentaria y de formación física en la que esté: volumen, déficit calórico o a punto, que es uno o dos meses antes de cada competencia. El ciclo dura aproximadamente medio año.

“Es difícil porque cuando estás en una etapa de volumen tenés que cumplir 7 comidas diarias y en déficit es toda comida medida en gramos. Entonces, te cambia el humor y las ganas de hacer cosas porque seguís al mismo ritmo de entrenamiento, pero con restricción de alimentos”, explicó.

Liliana explicó que ser deportista wellnes es muy caro ya que requiere comidas como pescado y pollo, suplementos proteínicos y dietarios e incluso los trajes de baño y tacos que utiliza en el escenario están reglamentados, por lo que solo los adquiere hechos a medida en un comercio de Buenos Aires.

Actualmente, tiene dos competencias en vista, una en Córdoba y otra en la provincia. A partir de ahí, junto a su preparador físico, evalúan cómo responde el cuerpo. “Él es el que me dice si estamos para una u otra, si necesitamos una descarga”, explicó.

La descarga implica ajustar la alimentación para recuperar energía, evitar que el músculo se reduzca y favorecer su crecimiento en el último tramo antes de subirse al escenario.

Sobre los comentarios hacia su cuerpo, la mujer contó que a veces le dicen que no les gusta o que “parece un hombre”; ella responde con mucha altura y asegura que lejos de desmotivarse, se convence más de que la disciplina va más allá del físico, incluso cuando el cuerpo flaquea.

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