Constelaciones familiares: qué son y qué es lo que pretenden sanar
Una técnica terapéutica desarrollada por Bert Hellinger, ofrece una perspectiva profunda sobre cómo las dinámicas familiares impactan nuestras vidas. A través de la exploración del inconsciente familiar, se busca identificar patrones, traumas y bloqueos que se transmiten de generación en generación.
Todos los seres humanos venimos de historias familiares, entretejidas por lo vivido, lo relatado, lo callado, lo negado. ¿Cuán libres somos a la hora de tomar decisiones importantes en nuestra vida? ¿Cuánto nos influencian estas historias familiares? ¿Cuán sensibles somos a los deseos incumplidos y trasladados a nosotros, de nuestros padres y abuelos? ¿Cuánto nos afectan las ausencias por muerte, secretos o exclusión en nuestra vida? La respuesta a estas preguntas tiene mucho que ver con lo que son las Constelaciones Familiares, una disciplina creada por Bert Hellinger.
Hellinger, nacido en 1925 en Stuttgart, Alemania. A los 20 años, se unió a una orden católica y fue misionero en Sudáfrica, donde vivió con la tribu zulú, aprendiendo su lengua y cultura. Su interés por las relaciones interpersonales creció al observar los rituales y la música de la tribu, lo que le llevó a explorar las diferencias culturales. Después de 25 años en el sacerdocio, se trasladó a Viena para estudiar psicoanálisis y desarrolló un enfoque en la psicoterapia del cuerpo, influenciado por corrientes como la Gestalt y la terapia sistémica familiar. Enfatizó cómo las huellas del pasado afectan a las nuevas generaciones y buscó trabajar con recursos en lugar de ideas, inspirado por el filósofo Martín Heidegger.
A su forma de terapia la llamó Constelaciones Familiares, con la tesis de que las familias tienen determinados “órdenes de amor”. De acuerdo a esta teoría, cuando estos órdenes se trastocan, surgen situaciones conflictivas que repercuten en las generaciones sucesivas y es una forma de indagar en los nudos del interior del ser humano.
Es una terapia emocional de intervención puntual, breve y experiencial que mira cómo son las relaciones familiares que establecemos y permite ver desde fuera, con cierta perspectiva, cómo éstas actúan en la vida de una persona. Todos los miembros, incluyendo aquellos que están ausentes por muerte y separación, están energéticamente presentes.
Cuando un miembro de la familia es olvidado o dejado de lado, volverá a aparecer de algún modo, en forma de identificaciones o implicancias con otros miembros del grupo. Es decir que la situación actual de una persona y sus conflictos están directamente relacionados con los conflictos, vivencias y alegrías de sus antepasados, incluso de los que ya no viven.
La consteladora, Cintia Videla abordó en declaraciones a El Chorrillero su experiencia y visión sobre los beneficios de esta práctica.
“La esencia de esta metodología es que todos estamos intrínsecamente conectados con nuestra familia y nuestro pasado de manera profunda", dijo Videla, destacando cómo estas conexiones pueden influir en nuestra vida cotidiana.
Según la terapeuta holística, el objetivo es identificar las “dinámicas sistémicas” que persisten en nuestro inconsciente: “Cuando logramos desenterrar estos patrones, comprendemos cómo afectan nuestras relaciones y nuestra salud emocional”.
En este sentido, explicó que hay dos formas de trabajar. De manera individual se utilizan muñecos que representan a los miembros de la familia para visualizar las relaciones y dinámicas que están en juego.
Los grupos de terapia son de entre 15 o más personas. Existen diversas clases de asistentes a una reunión o seminario: los participantes, los “representantes” y los espectadores. Los primeros, de a uno, irán exponiéndole al terapeuta el tema a “representar”: problemas económicos, dificultades en su pareja o en su familia, y problemas de salud tanto física como mental.
Cada participante intentará tener presente su árbol genealógico, porque el terapeuta comenzará a preguntarle sobre sucesos trágicos o conflictivos en su familia de origen. El constelador decidirá que miembros de la familia serán representados primero y el participante elegirá entre el público a personas que representen a su familia e incluso a él mismo. El participante colocará a esta gente en el lugar y en la dirección que intuitivamente siente.
Luego el terapeuta les pedirá a los representantes que expresen cómo se sienten. Allí se desencadena lo que Bert Hellinger denomina un proceso fenomenológico, los “sustitutos” comienzan a actuar como las verdaderas personas, e irán diciendo lo que perciben y sienten, guiados por el terapeuta se moverán hacia posiciones más cómodas, e incluso se podrá elegir nuevos representantes para distintos miembros de familias, para sensaciones abstractas como una enfermedad, la muerte, el dinero o el amor, que vayan surgiendo en el acontecer de las representaciones familiares.
El desenlace de estas manifestaciones expresará los vínculos de amor y dolor que unen a las familias, pudiendo salir a la luz razones y secretos. Es entonces cuando aparece una “imagen-solución” donde existe un orden espacial básico, y en el cual todos los miembros, “representantes” se sienten bien, y el cual provoca un alivio para el participante y será el puntapié inicial para la resolución de sus relaciones negativas existentes.
Mencionó las “órdenes del amor”, uno de los conceptos fundamentales de este enfoque. Estos incluyen el sistema de pertenencia, la prioridad del que llegó primero sobre los que llegaron después, y el equilibrio entre dar y recibir.
“Si una persona adopta a un niño, el padre biológico ocupa un lugar prioritario en la vida del niño, incluso si no está presente", ejemplificó.
Los beneficios de participar en las constelaciones son múltiples. Según Videla uno de los primeros, es la sensación de liberación. “Al participar, las personas a menudo sienten que se quitan una carga pesada. Esto puede desbloquear energías y traumas no resueltos que se han transmitido de generación en generación”, reveló.
En tanto, añadió que muchas personas experimentan un cambio en la comprensión de sus situaciones: “Una vez que realizas una constelación, empiezas a ver tu vida desde una nueva perspectiva. Las piezas del rompecabezas comienzan a encajar y, al mismo tiempo, el entorno también empieza a cambiar de forma sutil”.
Por su parte, la conteladora con 14 años de experiencia, Graciela Sigillo aclaró que “no son una terapia en sí mismas, sino una herramienta transgeneracional para sanar el sistema familiar”.
Tuvo en cuenta que esta disciplina nos discrimina entre niños, jóvenes o adultos: “Vino un nene de 11 años, realmente fue espectacular. Primero vino la madre, la abuela, el tío, a veces viene la familia completa”.
También dio a conocer los beneficios que ha podido visualizar a lo largo de su carrera: “El 90% presentan cambios contundentes. Para ejemplificar, hay personas que vinieron a constelar con el jefe que la maltrataba y que no le daba el ascenso que merecía, constelamos eso, terminamos de constelar y él la llamó por teléfono y le dio el ascenso”.
Reconoció que existen críticas y escepticismo en torno a esta práctica, pero enfatizó que nunca le importó la opinión de los demás. “Yo me inicié para ayudar a mi hija”, confesó, relatando su propio camino hacia las constelaciones.
Mi Otra Yo
El día está soleado y el viento sopla suave. Un camino de piedras lleva a una construcción circular en medio de un jardín. Las telas y los atrapasueños que decoran el lugar se mueven lentamente. Un grupo de personas está sentado en círculo y guarda silencio. La mayoría no se conoce entre sí. Un hombre con camisa de bambula blanca arremangada, pelos y barbas grises, guía el encuentro. Pregunta quién se anima a romper el hielo. Una mujer rubia vestida impecable se ofrece para ser la primera y elige a un hombre: él va a representarla en el centro de la ronda. Así inicia la primera constelación familiar en “Mi otra Yo”, una serie turca de Netflix que fue un éxito en Latinoamérica.
A lo largo de los capítulos, se muestra el viaje de autodescubrimiento de tres amigas que, a través de las Constelaciones Familiares, se enfrentan a sus propios traumas y a las dinámicas de sus familias de origen.
En este marco, Sigillo dio a conocer que a raíz de esta serie notó un aumento en el interés por esta herramienta: “Ahora hay docenas y docenas de consteladores”, comentó, aunque celebró que haya más propuestas, ya que “la energía fluye según tu energía. O sea, vas a dar con la persona que tenés que dar para sanar o para no sanar”.
En este sentido, aseguró que ha jugado un papel crucial en la divulgación de las Constelaciones Familiares a un público masivo: "Si bien la ficción se toma ciertas licencias creativas, ha logrado despertar la curiosidad sobre esta herramienta terapéutica, generando un mayor interés y acercando a muchas personas a explorar esta posibilidad de sanación".
Sin embargo, es importante recordar que la serie es una representación ficcional y que la práctica real de las constelaciones debe ser guiada por profesionales capacitados.
“La serie, al mostrar tanto constelaciones grupales como individuales, aunque estas últimas con representaciones simplificadas, permite al público acercarse a la idea de cómo se trabajan las dinámicas familiares”, señaló.
Sigillo subrayó la importancia de una formación rigurosa y un compromiso ético con la herramienta, diferenciándose de prácticas que pueden surgir a raíz del interés mediático.