¿Pareja abierta o monogamia? Crisis en los vínculos y nuevas formas de amar
Las relaciones afectivas actuales reflejan una tensión entre el deseo a la intimidad y la necesidad de autonomía. Los sanluiseños opinaron qué prefieren.
Por Astrid Moreno García Dione
“Te quiero cerca, pero no en la misma casa”. “Estemos juntos, pero no exclusivamente”. Las parejas sin etiquetas se imponen y cambian el paradigma de la familia como centro de la vida en sociedad; pero si necesitamos coexistir más no cohabitar, al igual que la analogía de la isla de Robinsones, ¿cómo se configuran estas nuevas formas de amar? Especialistas definen a la actualidad como una era donde los vínculos están en crisis.
Bueno o malo. blanco o negro… monogamia o relación abierta. Estudios de psicología cognitiva sostienen que la mente humana tiende a simplificar la información compleja organizándose en categorías binarias. Lo mismo ocurre en las parejas, mientras que algunas personas tienden a repetir modelos tradicionales que aprendieron en sus casas, otros buscan proporcionalmente lo opuesto.
“Hoy la persona busca a un otro que se acople a esos modelos familiares, consecuencia de traumas vividos en infancia y en la repetición de patrones a partir de conflictos no resueltos. Para poder, en algún punto, intentar reparar aquello que sus padres no han podido. Pero también se observa una oposición que tiene que ver con no involucrarse, el desapego emocional y no etiquetarse. Respeta la individualidad pero hay casos en los que se asocia al miedo al abandono, como una forma de defensa y ahí ya dejaría de ser un deseo”, explicó Walter Vattimo, psicólogo de parejas de San Luis.
En San Luis, El Chorrillero recorrió el centro capitalino y le preguntó a los sanluiseños: "¿Pareja abierta: sí o no?". Algunos respondieron que estarían dispuestos a tener vínculos no exclusivos, siempre que se establezcan límites preestablecidos; otros defendieron la idea del amor como una entrega exclusiva a una sola persona. La mayoría, sin embargo, coincidió en que no desea repetir el modelo de pareja que vio en sus padres.
Jacqueline Orellana Rosenberg, psicoanalista y sexóloga especialista en vínculos, razonó: “El enojo actual tiene que ver con que esas parejas tradicionales no eran sanas, pero estas tampoco están siendo parejas, con lo cual ni siquiera califican para ‘sanas’. Hay una crisis vincular muy grande. Cuando éramos chicos nos enseñaban que la familia era la base de la sociedad. Esto dejó de ser así porque ha ido evolucionando, pero ahora ¿qué?”.
En la actualidad, los modelos se diversifican más allá de la concepción tradicional de pareja, que implica exclusividad afectiva y sexual dentro de un vínculo duradero. Algunos optan por formas monógamas pero con dinámicas más flexibles, como la convivencia separada o dormir en habitaciones diferentes.
Están aquellos que deciden abrir la pareja y permiten vínculos sexuales con terceros, bajo normas consensuadas. El poliamor, por su parte, propone la posibilidad de mantener múltiples relaciones afectivas y sexuales simultáneas, todas con consentimiento y conocimiento mutuo.
Existen también experiencias como el swinging, centrado en el intercambio sexual o los encuentros grupales entre personas con compromiso afectivo, y la anarquía relacional, que rompe por completo la idea de que el amor romántico debe ocupar un lugar central o exclusivo en la vida emocional.
“Hay distintas razones por las cuales querer una relación sin etiquetas; pero muchas veces se busca no exponerse a la posibilidad de que te sean infiel, para no sufrir. Porque compramos de las redes sociales el hecho de que podemos ser felices todo el tiempo. No es real. En la vida como se disfruta, se sufre”, apuntó la sexóloga.
Según relevó Vattimo estas nuevas configuraciones están en boga en jóvenes de entre los 18 y los 35 años; mientras que en mayores a ese rango predomina el arraigue a los modelos tradicionales de relación de pareja, el amor eterno y el sacrificio absoluto por el otro.
El especialista remarcó que es frecuente en consultas con parejas heteronormativas, entre 35 y 50 años, que la mujer adopte una ideología feminista donde predomine una liberación en el modelo de relación y son los hombres a quienes, mayoritariamente, les resulta intolerable.
“Las parejas no heteronormativas se están casando y teniendo hijos. Influyó mucho la posibilidad de adoptar. Tienen cierto despojo de las taras, habiendo pasado semejante barrera social y, por eso, no tienen muchos prejuicios a la hora de relacionarse y se vinculan bastante mejor”, desarrolló Jaqueline.
Lo sorprendente es que, a pesar de haber nuevas configuraciones; los conflictos que aparecen en las terapias son los mismos: falta de comunicación, infidelidad y problemas económicos. Además, predomina el reclamo de la individualidad en la pareja.
“En una terapia te encontrás con quejas y reclamos, pero sobre todo con la necesidad de una transformación y que el otro cumpla con las expectativas que cada uno tiene y si no lo hace aparece la crisis. Pero hay que pensar que no es posible una transformación sin crisis”, aclaró Vattimo. Y su par, sumó: “Muchas veces escuchamos decir ‘tenemos una relación abierta, así duramos más porque nos estábamos aburriendo’. En una época donde se cree que hay mucha libertad y deconstrucción, siguen siendo los mismos problemas y preguntas sobre cómo durar para siempre”.
Rosenberg afirmó que el positivismo en el que viven las nuevas generaciones, ante la facilidad de tener todo al acceso con las redes sociales y el consumo masivo, llevó a un individualismo en donde el compromiso con el otro es sinónimo de atadura y pérdida de libertad.
“El mundo pareciera ir hacia un lugar donde tenemos que ser siempre felices y no carecer de nada y eso no es posible. Las relaciones abiertas, la poligamia y el no rotular vienen como a tratar de evitarnos el sufrimiento porque la realidad te va a frustrar”, analizó.
El psicólogo sanluiseño lo llevó a una confrontación entre el deseo a la intimidad y la necesidad de autonomía. “Esa persona que abandona una pareja automáticamente cuando encuentra algo que no le gusta, lo más probable es que vuelva a buscar el mismo rasgo en otro. Tiene que ver con esa lógica de ‘borrón y cuenta nueva’ para evitar la crisis, cuando en realidad lo necesario es hacerse cargo de ella", promedió.
Las nuevas formas de vincularse no necesariamente garantizan mayor libertad o menos sufrimiento, pero sí revelan una necesidad profunda de repensar qué se espera y exige del amor, del otro y de sí mismo.