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VILLA MERCEDES

Lo perdieron todo en un incendio: la casa y sus tres mascotas, entre ellas, el gato que los despertó para avisar del fuego

Javier Vera, su esposa Sara y sus hijos de 10 y 13 años ahora no tienen donde vivir. Tampoco cómo trabajar porque el fuego arrasó con todas sus herramientas. "Creemos que el gato fue nuestro ángel, si no nos despertaba no la contábamos", dijo.

Así quedó la casa por dentro, arrasada por el fuego.
Actualizada: 07/07/2025 02:23
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Javier Vera y su familia están de pie solo porque fueron alertados a tiempo de que su casa se quemaba. Pero la verdad es que no saben qué van a hacer. Perdieron todo, no les quedó nada de la vivienda del barrio La Ribera donde residían. No tienen ni trabajo, para generar dinero y así pagar un alquiler, porque el fuego arrasó con las herramientas del matrimonio y hasta de su nene, que con tan solo 13 años había empezado a trabajar como barbero para ayudarles económicamente a sus padres.

También perdieron a sus compañeros más fieles, su perro Walter, su gatita Luna y el gato más grande y regalón que tenían, Rey. A ese último animalito le deben la vida, dijo Javier. Contó que su familia está sana y salva gracias a que Rey los despertó para avisarle, con fuertes maullidos y arañazos en la puerta de su dormitorio, que la casa se incendiaba.

"Ahora estamos parando en lo de mi suegro, en el barrio Santa Rita, pero no sé qué va pasar", se sinceró casi llorando. Sabe que a la casa 3 de la manzana 7055 no pueden volver. Los Bomberos Voluntarios "El Fortín" les advirtieron que hay peligro de derrumbe en el área más grande de la vivienda, donde se desmoronó una parte del techo y los perfiles de las paredes, que dividían los ambientes, se doblaron por el calor del fuego.

Esa casa ni siquiera era suya, aclaró el hombre. Se la había prestado su expareja y madre de su hija mayor para que la familia tuviera donde vivir y trabajar, después de que el hombre se quedara sin empleo el año pasado. "Yo estaba en una fábrica. Tuve un accidente laboral y cuando me dieron el alta médica, la empresa me despidió con causa. Lo poco que cobré, lo invertí y me compré una máquina para hacer lavados", señaló. Limpiaba tapizados y alfombras, así se ganaba la vida desde que quedó desempleado.

Su hijo Andrés lo vio tan angustiado, en aquel momento, que decidió comprar elementos de barbería y tener su emprendimiento, uno que trajera dinero a la casa. "Lo hizo para ayudarnos a nosotros", recordó llorando el hombre. Pero el fuego arrasó con todo aquello.

Sara Requelme, su esposa, también se quedó sin sus herramientas. La mujer tenía un lavarropas industrial y se dedicaba a lavar prendas y acolchados en su domicilio, explicó.

Mientras piensan cómo salir adelante, reciben donaciones de la comunidad. Y esperan que Sara pueda acceder cuanto antes una vivienda social.

"Estamos muy agradecidos a la gente. Les quiero dar las gracias a todos, desde el que donó cien pesos hasta el que donó mucho. También al profe Luis Bravo de los ‘Tigresitos de Fraga’ y Sebastián Rojas, que están organizando un mini torneo para recaudar plata. A Carlos López de la ‘Asociación La Mila’, que también recaudó fondos y a Matías González del Club La Ribera", remarcó el hombre, quien luego de hablar con El Chorrillero iba a ir en busca de un lavarropas, unos colchones y una cama que les regalarían personas de distintos puntos de la ciudad, que se enteraron de lo que les pasó y, de inmediato, quisieron colaborar.

Todavía no saben qué causó el siniestro. "Creemos que pudo haber sido una estufa eléctrica, que los animales hayan tirado algo ahí. Teníamos acolchados de clientes en unos sillones y mi señora estaba haciendo unas almohadas. Entonces pensamos que los animales han tirado una goma espuma o algo así y eso desencadenó todo", dedujo, en vista de que el fuego se originó detrás de ese aparato eléctrico.

Todo sucedió entre las 14 y 14:30 del jueves. A las 13:30 Javier había llevado a su hijo Andrés a la escuela del barrio. "Cuando vuelvo, termino de comer y con mi señora nos fuimos a nuestra habitación, para dormir la siesta", contó. En la pieza de al lado su hijo más chico, Tobías, ya dormía.

"Cerramos la puerta de la habitación y en unos quince o veinte minutos el gato nos empieza a arañar la puerta y a maullar muy fuerte. No sabíamos qué le pasaba", recordó. Javier se levantó, abrió la puerta y, en un instante, un humo negro lo cubrió totalmente desde el techo hasta por debajo de su cintura. El comedor y la cocina estaban inundados de ese aire tóxico, que no dejaba respirar ni ver. "Le digo a mi señora que se nos prendía fuego la casa y ella no reaccionaba, pensó que no era tanto", indicó. Pero cuando la mujer se levantó se dio cuenta de la magnitud del incendio. "Era humo y mucho calor", narró.

"Nos levantamos y le dijimos a mi hijo que saliera. Nosotros salimos, pensando que él venía detrás, pero no lo hizo", recordó. Una vez afuera, le gritaron a Tobías desde la ventana del dormitorio para que saliera, pero el nene no conseguía hallar una salida. "Entré y, casi arrodillado, porque no se veía nada, pude sacar a mi hijo", agregó.

A los gritos le pidieron ayuda a los vecinos. "Los primeros en llegar fueron los policías y después vinieron juntos los bomberos y una ambulancia", afirmó.

Lo primero que les dijeron a los rescatistas es que trataran de salvar a sus mascotas que habían quedado adentro. Pero las llamas no tuvieron compasión, en unos cinco minutos se devoraron todo.

"Cuando los bomberos pudieron controlar el fuego, encontraron a la gatita chiquita, Lunita, quemada y Rey murió asfixiado en la pieza de nosotros", relató con la voz quebrada. Ese día, aunque revolvieron cada rincón de lo que fue su hogar, no hallaron a su perro. Pensaron, en un primer momento, que tal vez logró escapar del incendio y estaba en otro lugar, pero no fue así. "Al día siguiente volvimos para buscarlo y ver si se podía rescatar algo más y encontramos a Walter. Se había escondido en el ropero y murió asfixiado", contó.

"Le doy gracias a Dios de que salimos todos, pero nos dolió mucho perder a nuestros animalitos", expresó con lágrimas el hombre, y destacó convencido: "Creemos que el gato fue nuestro ángel, que nos avisó que para pudiéramos salir, porque si nos llegábamos a dormir, no la contábamos".

Las personas que quieran colaborar con la familia pueden comunicarse al teléfono de Sara, el 2657 665296, o al de su marido, el 2657 557355.

La hija mayor de Javier, por su parte, publicó el alias de su billetera virtual para quien quiera ayudar con dinero: Reinatejidos.mp. También pueden acercarse al departamento A del monoblock 16, del barrio Santa Rita, donde viven por ahora las víctimas, y acercar sus donaciones.

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