Los negocios con otro preso narco y las escuchas: cómo la PSA desbarató la organización de Churquina
La investigación que hoy sienta a Rafael Dante Churquina en el banquillo comenzó con otro narco: Pablo César Capozucca. Estaba preso en el Servicio Penitenciario de San Luis, forjó un vínculo con Churquina y juntos empezaron a mover vehículos y drogas.
La investigación que hoy tiene en el banquillo a Rafael Dante Churquina se originó a partir de otro preso narco: Pablo César Capozucca. Ambos coincidieron en el Servicio Penitenciario provincial, donde comenzaron a tejer una relación basada en el tráfico de drogas y el intercambio de vehículos. Fue ese vínculo lo que llevó a la Policía de Seguridad Aeroportuaria (PSA) a abrir una causa aparte y descubrir a la organización criminal más grande que operó desde el interior de la cárcel de San Luis.
Capozucca, oriundo de Río Cuarto, tenía su propia organización dedicada al narcomenudeo. Mientras cumplía condena en el penal de San Luis conoció a Churquina y juntos iniciaron negocios vinculados al narcotráfico.
“La causa se origina y se deriva de otra investigación que tenía como principal sindicado a Pablo César Capozucca, que fue interno en el establecimiento penitenciario de San Luis y ahí comienza a tener contacto con Rafael Churquina”, explicó el oficial principal Pablo Guzmán Zambelli, de la PSA, en la tercera audiencia del juicio oral.
Según el testimonio, la relación entre ambos era “netamente por el comercio de sustancias”. Guzmán Zambelli relató que Churquina le entregaba vehículos a Capozucca, quien los trasladaba a Río Cuarto para cambiarlos por droga.
“Al poco tiempo que ellos comienzan una relación, Capozucca sale en libertad y entonces se podía manejar libremente ya en libertad y buscar vehículos que tenían tanto conocimiento Daniel Becher con Rafael Churquina, que tenían en la ciudad de Villa Mercedes”, puntualizó el efectivo.
Sumó a eso que Capozzuca “buscaba vehículos y los llevaba a la ciudad de Río Cuarto para negociarlos por sustancia”. “Entre esos, se lo pudo observar por tareas de campo a Capozucca manejando una Ford Ranger, que está mencionada en las escuchas telefónicas, y un Audi TT que también está involucrado, que sería propiedad de la sociedad Becher-Churquina”, indicó.
En una oportunidad, los investigadores observaron cómo Capozucca se reunió en una concesionaria de Villa Mercedes con una colaboradora de Churquina. Allí devolvió una camioneta en mal estado y recibió a cambio una EcoSport para continuar los negocios.
“Por tareas de campo observamos a Capozucca ocultando cosas detrás de los asientos traseros o debajo de la rueda de auxilio, y después emprendió viaje desde Villa Mercedes a San Luis”, contó Guzmán Zambelli. Más tarde, en el análisis forense de dispositivos secuestrados a Churquina, apareció un video selfie en el que Capozucca mostraba cómo fraccionaba cocaína, en coincidencia con los movimientos detectados por la PSA.
El salto a una nueva causa
El crecimiento de Churquina dentro de esa red llamó la atención de los investigadores. “Churquina demostraba estar en el negocio de la droga. Se jactaba de tener contactos en el norte, en Bolivia, y fue como una sociedad que se iba a beneficiar mutuamente”, detalló Guzmán Zambelli.
Por ese motivo, la PSA y la Justicia Federal decidieron abrir una investigación exclusivamente sobre Churquina, separada de la causa de Capozucca. Esa línea terminó revelando la estructura que operaba desde la celda número 5 del penal: un sistema de tráfico de cocaína desde Bolivia, lavado de dinero con testaferros y complicidad de funcionarios penitenciarios.
Esa causa derivó en el procedimiento de agosto de 2023 en Jujuy, donde la PSA incautó 5,264 kilos de cocaína que tenían como destino San Luis, y en el desmantelamiento de una organización que movía millones a la sombra de un penal que miraba hacia otro lado. Todo durante la gestión de Claudio Latini como ministro de Seguridad y de Alberto Rodríguez Saá como gobernador.