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POR ASTRID MORENO GARCÍA DIONE

"Mi mamá es albañila": sanluiseñas que levantan casas mientras demuelen el machismo en la construcción

Con la mitad de las trabajadoras jefas de hogares monomarentales, fabrican viviendas y redes de contención. "Matria en Construcción" es la primera cooperativa de mujeres en el rubro en la provincia.

Por Astrid Moreno García Dione

“Esto no es para vos, tenés que estar en tu casa con tus hijos”, le dijeron a Johana Esquivel cuando contó que era albañila. Entonces tomó su celular y, como una matria en construcción, orgullosa de sus creaciones, mostró los pisos, paredes y espacios enteros que construye con sus propias manos. Aquel hombre la miró y reconoció: “Me cerraste la boca”. Ella levanta viviendas para otros, pero también la propia. Cuando le preguntan quién la ayuda, responde que “nadie”.

Johana tiene 35 años y cinco hijos que van desde los 9 hasta los 19 años. A la más grande la tuvo a los 16. Trabaja seis horas diarias en un hospital, pero no le alcanza, así que agarra changas, trabajos de albañilería, instalaciones eléctricas o, incluso, lava camiones.

“Una vez estaba limpiando un camión y un hombre me dijo: ‘Esto no es para vos, tenés que estar en tu casa con tus hijos’. Entonces agarré el celular y le mostré los trabajos que había hecho y se quedó sin palabras. Me dijo: ‘¿Sabés qué? Me tapaste la boca’”, contó orgullosa.

Hace cinco años comenzó con su labor en la construcción. Aunque siempre le gustó, llegó a ella en 2020. “Lamentablemente pasé por hechos que no tendría que haber pasado, ni mis hijos ni yo, de violencia sexual y doméstica. A raíz de eso perdí mi casa y tuve que empezar de nuevo con mis hijos”, contó con los ojos brillosos por las primeras lágrimas que no tardarían en caer.

Johana tiene 35 años y cinco hijos que van desde los 9 hasta los 19 años. (Foto: Lautaro Sánchez)

Johana perdió su hogar luego de ese episodio de violencia; ahora alquila. Sin embargo, en sus tiempos libres se va con sus hijos al Suyuque y, “pasito a pasito”, como lo describe, construye con sus propias manos su casa.

“Arranqué hace dos años y todavía me queda hacer el contrapiso, colocar las aberturas, las divisiones y el baño. Voy comprando los materiales de a poquito. Encima tuve que enfrentar robos: me desvalijaron todo, se llevaron las herramientas, las mallas, las bolsas de cemento, las varillas”, explicó.

Al preguntarle cómo lleva el haber perdido su casa y ahora tener que hacer una de cero, sola, suspira, mira hacia arriba en un intento en vano de contener la angustia y esboza un leve: “Es duro”.

La mujer se quiebra, no tanto por el peso de las palabras, sino por la responsabilidad que carga en sus hombros, que incluso le vence el espíritu más que las bolsas de cemento la espalda. La construye en un estilo rústico, con madera de 14 y 16 pulgadas, justificó: “Porque es lo más económico”.

Albailas de "Matria en Construcción". (Foto "Matria en Construcción")

Sus hijos no solamente la acompañan al Suyuque a terminar su casa, sino también cuando la llaman y le ofrecen un trabajo de albañilería o refacción. “Sé hacer trabajos aparte; donde me llaman, voy. Cuando les digo a mis chicos que me salió un trabajito, les pregunto si me quieren acompañar. Me dicen que sí y me ayudan hasta a desmontar paredes”, relató. Y agregó: “Tengo dos hijas mujeres. La de 19 años me quiere acompañar siempre y me pide que le enseñe, pero yo la veo frágil. Le digo que no, porque quiero que sea mejor que yo”.

Johana le agradece a Dios por sus hijos, por su carácter siempre de aplomo y acompañamiento con su madre, por su bondad y buen comportamiento. Lo que no sabe es que esas características que ve en sus pequeños son el reflejo de ella y su crianza.

“Mis hijos son de otro mundo. No conocen la calle, no conocen las adicciones. Me siento la madre más dichosa del mundo. Ese es el regalo más hermoso que Dios me dio”, destacó.

“Para el Día de la Madre quiero una soldadora”

Vanesa Ledesma es costurera, mecánica de motos y albañila. (Foto: Lautaro Sánchez)


Vanesa Ledesma es costurera, mecánica de motos y albañila. Este último oficio lo aprendió de su padre, a quien acompaña a las obras. Tiene cuatro hijos que ya están grandes; tuvo el primero también a los 16 años, como su compañera Johana, a quien tiene sentada al lado.

“Tuve que trabajar desde chica en lo que podía. Gracias a Dios pude terminar el secundario teniendo ya a mis hijos y después seguí con cursos. Todo lo que pude hacer, lo hice”, contó.

Si bien sus hijos ahora son grandes —la más chica tiene 21—, los crió sola. Si había que hacer un cableado eléctrico, poner membrana para que no se llueva la casa o cualquier labor del hogar que implicara un rubro de la construcción, Vanesa se ponía manos a la obra y lo resolvía. “Yo hacía, y hago, todo. Quizás me tome más tiempo que a un hombre, pero se termina”, razonó.

Cuando le preguntan qué quiere que le regalen para el Día de la Madre, ella responde: una soldadora. Bromea que su sueño es tener toda una casa de hierro y asegura que su versión de ir al shopping es cuando visita tiendas de herramientas o construcción. “Qué belleza”, esboza con una gran sonrisa mientras mira para arriba y se imagina todo lo que podría crear con lo que encuentra en una ferretería.

Albailas de "Matria en Construcción". (Foto "Matria en Construcción")

Sobre la mirada de los hombres, contó que durante una obra se había quedado sin arena para terminar de colocar la base de un mástil. Entonces se acercó a una construcción cercana para pedir un poco.

“Los saludé: ‘Compañero, ¿cómo le va? ¿Sabés que necesito arena?’. Y el chico me miró sorprendido, me preguntó: ‘¿Ustedes qué son?’. Le contesté que éramos albañilas y se acercaron a ver nuestro trabajo; se sorprendieron y nos remarcaron lo prolijo que estaba”, contó. Y celebró: “Cuando pasan esas cosas, yo me pongo contenta porque demuestra que las mujeres también podemos hacer trabajos de calidad”.

Ellas, "Matria en Construcción"

Johana y Vanesa se conocieron en 2021 y se consideran hijas de la pandemia. Las dos tenían varias cosas en común: el interés por la construcción y la necesidad de trabajar. En esa época conocieron a Anahí Quiroga Nassivera, arquitecta y presidenta de "Matria en Construcción", la primera cooperativa con perspectiva de género en San Luis que se dedica al sector de obras y edificación.

Anahí Quiroga Nassivera, arquitecta y presidenta de "Matria en Construcción".(Foto Lautaro Sánchez)

En el último censo provincial se registraron 75 albañilas; sin embargo, desde el espacio aseguran que actualmente superan las 100. A nivel nacional, las mujeres representan menos del 5 por ciento de los trabajadores del rubro.

“La construcción genera muchísimo dinero, y si bien tiene altibajos, sabemos que un albañil gana mucho más que una mujer que trabaja en limpieza”, analizó la arquitecta que iba a las primeras obras de "Matria en Construcción" con su pequeño de cinco años durmiendo en el auto. Y cuestionó: “Entonces, ¿por qué seguir generando esas diferencias?”.

Las albañilas de la cooperativa se especializan en sistemas de construcción en seco. Su principal actividad es la tabiquería o drywall, que incluye cielorrasos, divisiones interiores, muebles y otros trabajos no estructurales conocidos como burlock. Además, realizan tareas de terminación, colocación de cerámicos, trabajos de plomería e instalaciones eléctricas.

La mayoría trabajaba de forma individual en el mercado informal de la construcción. Surgió de manera espontánea: una tenía una amiga que colocaba cerámicos, otra hacía revoques, otra quería aprender… pero todas necesitaban lo mismo: trabajar.

Así se unieron y, a sabiendas de que más del 50 por ciento de ellas era jefa de familias monomarentales, organizaron jornadas repartidas que se acomodaran a sus horarios y los de sus hijos.

“A las mujeres siempre se nos exige más que a los varones. Nos pedían antecedentes o certificaciones, mientras que a muchos albañiles con una recomendación ya les alcanzaba”, contó Anahí.

Vanesa explicó que la modalidad de repartición del trabajo es simple: entre ellas se administran turnos de cuatro horas para abarcar la jornada laboral completa. Quienes tienen más disponibilidad se adaptan a aquellas que son madres solteras y que no tienen con quién dejar a sus pequeños.

“Para mí Matria en Construcción es mi familia. Ha cambiado mi vida a pesar de todas mis cargas. Cada reunión aprendemos, pero también nos damos apoyo. Hasta cuando estoy trasnochada del turno en el hospital, no me pierdo las reuniones porque es un espacio de contención”, expresó Johana. Y Vanesa sumó: “Más allá de que estamos en la construcción, también nos damos una mano emocionalmente: charlamos, celebramos el cumpleaños de alguna y, si tenemos que llorar, lloramos. Y eso también es bueno”.

Al momento de ser contratadas para obras encuentran dos caras: una del prejuicio, principalmente masculino, y la otra, la validación y apoyo de otras mujeres: divorciadas, madres solteras o al cuidado de adultos mayores, que las prefieren por cuestiones de seguridad y confianza.

Albailas de "Matria en Construcción". (Foto "Matria en Construcción")

“Recuerdo una clienta que tenía una casa en el barrio La Pancha Dos, que nos dejaba la casa todo el día. Trabajábamos desde la mañana hasta las cinco de la tarde, porque si no, no nos rendía. Y nos decía que se sentía segura porque éramos todas mujeres”, contó Vanesa. Mientras que Anahí completó: “Por el otro lado, no es fácil entrar a una casa donde hay varones: nos están controlando y viendo permanentemente con desconfianza”.

El objetivo principal de la cooperativa es visibilizar su trabajo y abrir nuevos espacios dentro de la industria de la construcción, un ámbito históricamente masculino. Buscan inspirar a otras mujeres a sumarse y demostrar que construir también es posible para ellas. La idea es avanzar hacia una apertura sostenida e inclusiva del sector, con oportunidades laborales reales y acceso a una vivienda digna.

Su próximo proyecto apunta a montar un taller propio, centrado en tecnologías secas, que sirva como base física para seguir creciendo. Además, buscan que ese espacio incluya un área de cuidado para las infancias, donde las compañeras que tienen hijos pequeños puedan llevarlos, sabiendo que estarán seguros y cuidados mientras trabajan.

“No es justo que muchas mujeres tengan que construir sus casas de a poquito o seguir alquilando, especialmente en hogares monomarentales. Queremos un espacio de trabajo formal, con recibos de sueldo y obra social, que les permita acceder a una vivienda digna a través de nuestra cooperativa”, deseó.

Video: Blas Abayay – Edición: Fernando Espinosa

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