POR SONIA SCHOENAKER
Vivir 35 años sin DNI: tras una larga lucha, Leonel Da Costa obtuvo su documento en Villa Mercedes
A través del trámite de inscripción tardía, pudo registrarse en el sistema y tener un número de identificación personal. Ahora sus hijos podrán tener su apellido, y proyectan viajar a otras provincias para pasear.
Leonel Da Costa obtuvo su primer DNI después de 35 años,
Por Sonia Schoenaker
En agosto de este año, Leonel Da Costa abrió un sobre que le cambió la vida. Por primera vez en 35 años tuvo en sus manos su propio Documento Nacional de Identidad.
El barbero vive en Villa Mercedes desde hace 21 años, y tras peregrinar por el Juzgado, pelear con la burocracia y resignarse por cansancio, este año realizó el trámite de inscripción tardía en el Registro Civil y logró quedar registrado en el sistema.
La historia se remonta a 1990, cuando María Lucía Da Costa, a sus 16 años, tuvo a su primer hijo. Ella vivía en Misiones y su pareja era mucho mayor. Tras una pelea, el marido retiró del hospital el certificado de nacido vivo, los abandonó y dejó a la joven madre sin la posibilidad de anotar a su hijo en el Registro Civil. En ese entonces, María Lucía no contaba con las herramientas ni la ayuda para poder revertir esa situación.
Con el paso del tiempo, el nosocomio donde nació Leonel se incendió y gran parte de los archivos se perdieron. Esto complicó aún más la recuperación de su identidad.
Cuando tenía 14 años, su familia decidió trasladarse a vivir a Villa Mercedes. Antes de partir, pasaron por la casa de su abuela paterna, quien les entregó un álbum de fotos. Entre todas las imágenes registradas por una cámara analógica, estaba el papel que certificaba su nacimiento, en un estado de deterioro típico de un objeto que nadie cuida. Para algunos, esa hoja no significaba nada, pero para Leonel, lo era todo.
Cuando cumplió los 15, el muchacho comenzó los trámites para finalmente ser reconocido como ciudadano argentino. Lo que parecía una ilusión se convirtió en una espera de 20 años de burocracia, idas y vueltas al juzgado y negativas constantes.
En varias ocasiones lo llamaban a Tribunales, solo para hacerlo escuchar que “todavía no pasó nada” y que debía regresar la semana siguiente.
La exclusión era una constante en su vida: no podía trabajar formalmente, hacer aportes, estudiar, ni acceder a servicios de salud.
“Fue una vida complicada, evitando enfermarme, evitando tener problemas, evitando muchas cosas, porque al no tener un documento, no tenés ningún tipo de beneficio”, contó el hombre en diálogo con El Chorrillero. En algunos casos puntuales, utilizó el DNI de uno de sus hermanos y en el resto “dependía de la buena fe de la gente”.
Su escolaridad quedó estancada en segundo año del nivel secundario, en su provincia de origen: “Después empezaron a pedirle documentos a mi mamá, los directivos de la institución no podían respaldarme y no podían ubicarme para que estudie sin tener un número de documento”.
Al llegar a Villa Mercedes, comenzó a trabajar en una gomería, donde se desempeñó durante 18 años de manera informal. De un momento a otro lo despidieron, pero no pudo reclamar indemnización debido a su situación.
El primer DNI de Leonel.
Junto a su pareja, Verónica, tuvo tres hijos: Jhaciel, Bianca y Samira. Los tres menores llevan el apellido de su mamá y en cada trámite que implicaba a los menores, él quedaba fuera de la ecuación.
Una tarde de domingo del pasado invierno, Verónica vio en las redes sociales un video sobre inscripciones tardías en el Registro Civil de Villa Mercedes. Sin muchas expectativas, envió un mensaje, y a partir de ese contacto comenzaron a reunir los papeles necesarios para avanzar con el trámite.
En este proceso resultó clave la Ley 27.611 de inscripción tardía, especialmente el artículo 15. Esta normativa garantiza que toda persona que nunca fue registrada puede obtener su identidad y documentación oficial, sin importar la edad.
Tras dos décadas de lucha y espera, en agosto Leonel abrió el sobre y se encontró con su DNI.
“Ahora hice un cambio total, un giro de 180º. Yo quería empezar a dar cursos de barbería y no podía tener la maestría, tampoco homologar el hombre de mi lugar, el mes que viene voy a poder empezar a cursar”, contó con ilusión.
Uno de los proyectos que más lo emociona, es viajar a otras provincias con sus hijos, para visitar a familiares y pasear todos juntos.
“Mis hijos están felices y dicen ‘ahora tenemos papá’”, añadió con orgullo.
Este mes inició los trámites para poder casarse con Ponce. Por otro lado, en el Registro Civil se encuentran realizando lo necesario para que los tres niños lleven el apellido de su papá.
Hoy Leonel existe para el sistema, y se lo hace saber a todos. Durante los primeros días, la tarjeta de identidad estaba colgada en la barbería, como un estilo de trofeo, para que sus clientes se enteraran que la lucha terminó.
“Yo les decía ‘ahora no me pueden decir más nada, soy argentino”, concluyó.
Leonel Da Costa le contó su historia a El Chorrillero.
Fotos, video y edición: Nahuel Sanchez