VILLA MERCEDES
Golpeó a su ex, se resistió al arresto y su hijo de 13 años quiso echar a la Policía con un cuchillo: al hombre lo imputaron y lo liberaron
El acusado de 33 años tenía una prohibición judicial que le impedía acercarse a la madre de sus hijos. Todo sucedió la noche del viernes y el domingo, tras la audiencia, recuperó la libertad.
El viernes, cuando caía la noche, en un departamento del barrio 960 Viviendas se desató una locura: un hombre, que tenía prohibido arrimarse a su expareja, violó esa medida judicial para cometer otro delito todavía más grave: marcarle el cuerpo a golpes a la mujer. La terrible escena tuvo como principales espectadores a los hijos de esos dos adultos. Menores de edad. Uno de ellos salió y pidió ayuda en la calle. Le dijo a la primera persona que le prestó atención que su papá le pegaba a su mamá. A los pocos minutos, arribaron algunos patrulleros de la División de Rápida Intervención Motorista (DRIM).
La presencia de los uniformados hizo que el hombre dejara de pegarle a la víctima, pero no lo calmó, solo produjo que redirigiera su violencia hacia los agentes. Se resistió al arresto. Sin embargo, de todas formas, lo detuvieron. Cuando lo tenían ahí, contra una pared, colocándole las esposas, pensando que lo peor ya había pasado, otro hijo de la pareja tomó un cuchillo y con el arma blanca en mano trató de correr a los efectivos de su casa.
No pasó a mayores. El chico no llegó a lastimar a nadie. El personal policial le quitó el arma blanca, controló la situación y contuvo al menor de edad. Eso sí, su padre fue trasladado a la Comisaría 10°, la que tiene jurisdicción en ese populoso barrio, también conocido como Santa Rita de Cascia, en honor a la patrona de su parroquia.
Sin embargo, la paliza que le dio a la madre de sus hijos, además de violar la restricción impuesta por un Juzgado de Familia, solo le valió un fin de semana de encierro en un calabozo. El domingo fue liberado. Eso sí, con una imputación penal a cuestas. Fue luego de que lo trasladaran a los tribunales para que la fiscal Nayla Cabrera Muñoz, a cargo de la Fiscalía en lo Penal con Intervención de Género, Diversidad sexual, Infancias y Adultos Mayores, le formulara los cargos en su contra.
Lo imputó por los delitos “lesiones leves agravadas por el vínculo y por mediar contexto de violencia de género” y “desobediencia a una orden judicial, en concurso real”, le precisó la titular de esa fiscalía a El Chorrillero. La letrada explicó también que no solicitó la prisión preventiva porque el hombre no tiene antecedentes penales que le jueguen en contra.
Hacia el final de la audiencia, la jueza de Garantías 3, Natalia Pereyra Cardini, hizo lugar al pedido de la fiscal de imponerle al imputado la obligación de presentarse del 1 al 10 de cada mes, los próximos cuatro meses, mientras la investigación siga su curso, en los tribunales para firmar un libro que deje constancia de que está sujeto al proceso y a disposición de la Justicia.
El hecho tuvo lugar el viernes, alrededor de las 19:30, informaron los voceros de Relaciones Policiales. A sabiendas de que una restricción judicial se lo prohibía, el acusado de 33 años fue hasta lo de su expareja, que vive en el monoblock 13. No trascendió si discutieron previamente, lo que sí es seguro es que la hija de la víctima salió del edificio y, en uno de los tantos playones que tiene el barrio, pidió auxilio porque su padre golpeaba a su madre.
Alguien, un vecino tal vez, se encargó de llamar al 911 y solicitar presencia policial. Al llamado de auxilio acudieron los efectivos más próximos a la zona, que patrullaban la ciudad. Cuando los de la DRIM entraron al departamento el contexto no dejaba mucho lugar a la imaginación. Estaba a la vista que el hombre había descargado toda su furia contra la madre de sus hijos. Pese a que hasta hacía unos minutos había recibido una trompada tras otra, en su rostro y en su cuerpo ya eran más que notorias las marcas de la golpiza.
Aún con los agentes adelante, el ahora imputado no depuso para nada su violencia. Intentó evitar que lo demoraran, pero no lo consiguió. Tras reducirlo y, mientras terminaban de esposarlo, otro hijo de la víctima y su expareja, de apenas 13 años, se involucró. El chico repitió, por desgracia, el mismo patrón violento que, de alguna forma, le enseñó su padre. Tomó un cuchillo y con el arma trató de expulsar a los efectivos del domicilio.
Por fortuna, no hubo ninguna “agresión física al personal policial, ya que inmediatamente lograron apartarlo de la situación”, confirmó la fiscal de instrucción.