VILLA MERCEDES
Mató con su camioneta a una joven y su hija, le ofreció $15 millones a la familia de las víctimas, rechazaron su dinero y será enjuiciado; pero casi seguro no irá preso
Los familiares de Aldana y Natasha son conscientes de que, por la avanzada edad de Juan Carlos Collado, podrían darle la prisión domiciliaria. Dicen que a siete años del choque fatal lo han visto conducir muchas veces y la Justicia no ha hecho nada.
Una miseria, una burla. Así llamaron los padres de Aldana Aguilera y su nena de tres años, Natasha, al dinero con el que Juan Carlos Collado, el conductor que chocó y mató a madre e hija, trató de ponerle fin al proceso penal por ese accidente, que hace siete años cruzó sus vidas. Él no sufrió ni una lesión, pero la joven y la criatura murieron al instante, porque el conductor de la camioneta pasó un semáforo en rojo, las llevó por delante, con su moto y todo y, literalmente, pasó por encima de sus cuerpos con todo el peso de su Ford Ranger. Las arrolló. No había manera de que sobrevivieran a eso.
El acusado les ofreció 15 millones de pesos a los padres de las víctimas, para evitar ser juzgado ante un tribunal. Pero ellos no aceptaron un solo peso, no quieren nada de él. Solo quieren verlo preso, pagando por lo que hizo: truncar la vida de dos personas que tenían todo un futuro por delante, además de romper a una familia. Pero, la realidad, es que, según le adelantó una fuente a El Chorrillero, Collado pedirá un juicio abreviado, en el que admitirá que efectivamente es culpable de esas muertes, con tal de ser condenado a una pena en suspenso, es decir, quedar libre aunque sea culpable.
Encima eso no es lo único que podría beneficiar al hombre. En el hipotético caso de que la jueza Cinthia Martín rechace su pedido de procedimiento abreviado, aun en un debate oral común y corriente, una posible condena tampoco lo llevaría al Servicio Penitenciario. El factor que le juega a favor es su edad. Tiene 72 años y en marzo cumplirá 73. Por lo general, a esa edad ya un tanto avanzada los declarados culpables no terminan tras las rejas, sino que son sentenciados a cumplir una prisión domiciliaria.
Edith, la madre de Aldana, es consciente de esa posibilidad. Pero igual anticipó que, junto a su familia, irán hasta las últimas consecuencias, llegarán hasta la última instancia de apelación que les permita la Justicia para revertir cualquier fallo a favor de Collado. “Nosotros queremos justicia, que vaya preso. Mi hija tenía 23 años y toda la vida por delante, para criar a sus hijas y él ya crió a sus hijos”, expresó Edith.
Poco más de siete años pasaron desde el choque que apagó para siempre, en segundos, tal vez minutos y de una manera muy dolorosa, las vidas de Aldana y Natasha. La familia atribuye ese paso del tiempo a la lentitud o, más bien, la inacción de la Justicia, así como los movimientos del abogado defensor que trató de dilatar el proceso. “Esperaron siete años para que él pudiera cumplir los 72 años, cuando tendrían que haberlo metido preso cuando pasó todo”, manifestó indignada la mujer.
El acusado tenía 65 años cuando colisionó y arrolló a las víctimas. Lo detuvieron al momento. El, por entonces, juez de instrucción 2, Leandro Estrada, lo procesó y le dictó la prisión preventiva. Pero de nada sirvió. Veinte días después ya era otra vez un hombre.
Le pagó a la Justicia una fianza de 100 mil pesos y recuperó su libertad. Edith contó que jamás se presentó en su casa o intentó comunicarse con ellos, para pedirles siquiera perdón por lo que hizo. Nada. Al punto que hoy no lo reconocerían por el rostro.
El lunes 20, cuando estaba previsto el inicio del debate oral y todo quedó en stand by por la oferta de “una remuneración económica” que planteó el acusado a través de su defensor, Flavio Ávila, los parientes de Aldana y su nena estaban en la sala de juicio. Vieron a un hombre, con la cabeza cubierta de canas, al costado izquierdo del recinto. Pensaron que era Collado, pero no estaban seguros. Sí, era el hombre que les cambió la vida.
La audiencia de inicio del juicio iba a ser presidido por la jueza Cinthia Martín.
Edith responsabiliza a la Justicia no solo porque “es lerda”, sino también por el hecho de que en todos estos años han visto al acusado conducir vehículos con total libertad. “No sabemos si le quitaron el carné para manejar. Tendrían que haberlo hecho”, remarcó.
Este medio no hará futurología, pero el hombre está muy complicado. Está acusado de "doble homicidio culposo, agravado por violar la señalización de semáforo y por el resultado, por ser más de una víctima". Estuvo libre todos estos años. Cuando la causa fue elevada a juicio, tarde muy tarde, el fiscal pidió que llegado el momento sea condenado a cuatro años y seis meses de prisión.
Hay varias pruebas que lo comprometen y permitieron reconstruir con precisión el accidente. Además de que el resultado de la autopsia hecha a la mujer habló por sí mismo y reveló lo cruenta que fue toda la secuencia del siniestro.
El choque ocurrió con la luz diurna de la mañana, cerca de las 10, el 16 de octubre de 2018. Cuando el ahora exjuez de instrucción lo llamó a indagatoria, Collado afirmó no haber visto la moto en la que iban madre e hija. Él estaba al volante de su Ford Ranger y circulaba por 25 de Mayo, de sur a norte. Según su versión, en la intersección de esa avenida con Ayacucho el semáforo, que le marcaba el paso por la 25 de Mayo, tenía la luz verde.
Eso no coincide para nada con los relatos de los testigos. El análisis del video de una cámara de seguridad también indicó todo lo contrario a lo asegurado por el imputado. Un hombre vio el aparato en verde para Aldana, que iba en una Motomel 125 por Ayacucho. Eso permite concluir que el semáforo estaba en rojo para el de la camioneta. Un comerciante de esa esquina notó efectivamente que el aparato que regula el tránsito estaba en “stop” para Collado.
A eso los investigadores le sumaron lo que captó la cámara de video pública, ubicada detrás del semáforo. En su filmación dejó ver que unos tres segundos antes de la colisión otra motocicleta y un auto pasaron por Ayacucho. Esos vehículos frenaron por un momento y, después, en justa sincronía, siguieron adelante y cruzaron la ochava. Los movimientos de los otros rodados le hicieron inferir a Estrada que el aparato de tránsito de esa calle estaba en verde y permanecía así todavía cuando circularon por ahí Aldana y su criatura.
Collado no detuvo su marcha, tampoco la hizo la Motomel. La Ford Ranger, manejada por el acusado, paró solo tras el impacto. Quedó a unos 12 metros del rodado menor.
Ni el casco de seguridad muy bien colocado le hubiera permitido seguir con vida a la joven madre. La camioneta no solo le aplastó la cabeza, sino también su cuerpo. La forense estableció en la autopsia que, a un margen del traumatismo de cráneo fatal, Aguilera tenía el cuerpo minado de golpes, muy profundos en el tórax y el abdomen.