JUSTO DARACT
El mes pasado lo condenaron por violar a su hija discapacitada y ahora lo investigan por abusar de su otra nena
El hombre fue denunciado por ultrajar a la criatura de seis años a fines de 2023, cuando ya era investigado por violar a su otra hija de 11 años. La chiquita, que ahora tiene unos ocho años, dijo que la manoseó una vez; pero cuando hable en una Cámara Gesell podría detallar que fueron más los abusos y si llegó o no a violarla.
Por Marina Rubio
Casi cinco años le tomó a la Justicia de Villa Mercedes llevar a juicio y condenar a un hombre, que vivía en Justo Daract. Lo sentenciaron a 12 años de prisión en septiembre. Ahora que está en el Servicio Penitenciario, entre tres paredes y una cuarta especie de muro enrejado, quizás piensa que sus problemas judiciales terminaron, que no podría sumar otra causa penal en su contra. Pero si cree eso, se equivoca. Está preso por violar varias veces a una de sus hijas, una persona discapacitada, cuando ella tenía apenas 11 años. Ahora comenzaron a investigarlo por haber abusado de su otra hija, todavía menor de edad que la otra.
De momento, solo hay una denuncia hecha por los abuelos maternos de la pequeña y las declaraciones de ellos. Pero sus abogados esperan con ansias que los tiempos se aceleren. Quieren oír a la chiquita contar lo que sufrió con su padre. Estaba tan mal cuando les confesó a sus abuelos lo que le habría hecho su padre, que se quebró. Lloró tan desconsoladamente que solo alcanzó a decir que el hombre la tocó en una ocasión. Pero, dados sus antecedentes, no está lejos de que haya ultrajado a su propia hija más de una vez, de formas distintas y cada vez más violentas.
Este medio no mencionará la identidad ni dará mayores datos sobre el ya condenado, no solo para no referir de manera indirecta a las víctimas, sino también para no entorpecer el curso de esta nueva investigación que apenas comienza. Sí dirá que lo sentenciaron a 12 años de prisión a principios de septiembre, por “abuso sexual con acceso carnal agravado por ser cometido contra un ascendiente, menor de 13 años”.
Lo cierto es que esta segunda denuncia contra él no es reciente. Los abuelos la realizaron entre agosto y septiembre del año pasado. Recayó en la Fiscalía de Instrucción 3, a cargo de José Olguín, y los pasos que dio en las averiguaciones fueron tan lentos como quien camina con pies de plomo. No avanzó casi nada. El fiscal citó a declarar a los abuelos de la chiquita. Ellos se presentaron y ratificaron lo que habían asentado en la denuncia.
Olguín también llamó a declarar a la madre de la nena, pero la mujer nunca se presentó en los tribunales, le reveló una fuente a esta periodista. Después de eso, el fiscal instructor no pidió otra medida, ni insistió con el testimonio de la madre. La causa quedó paralizada. A los de la fiscalía ya les habían adelantado que pronto empezaría a operar la Fiscalía en lo Penal con Intervención en Género, Diversidad Sexual, Infancias y Adultos Mayores, donde por temática recaerían las causas contra menores de edad.
Con ese anticipo, Olguín directamente no continuó con la investigación, esperando que efectivicen el traspaso de ese expediente a la otra fiscalía, a cargo de Nayla Cabrera Muñoz. El problema, por lo menos para los denunciantes, es que la flamante fiscalía inició sus actividades recién en febrero de este año y con una cantidad de causas a tratar tan grande que ralentizarían todavía más el avance de la nueva denuncia contra el ahora condenado.
Los abogados de los abuelos de la niña están a la expectativa de que la fiscal instructora le tome declaración a la madre y que la pequeña, que ahora tiene unos ocho años, pueda hablar más tranquila y relatar lo que le hizo su padre. Puesto que lo que llegó a confesarle a los denunciantes fue poco y nada. Alcanzó a decir que el hombre la manoseó entre finales de 2023 y principios de 2024. Relató eso y no pudo continuar. Rompió en llanto. El trauma era muy grande.
Sus abuelos, con la experiencia de todo lo que había sufrido su otra nieta, no quisieron ahondar en el tema. Y, sin perder el tiempo, denunciaron a su yerno que ahora está en el penal. Prefirieron no hacerla revivir, hacerle sacar ese doloroso recuerdo, llenándola de preguntas y dejaron que la Justicia se ocupe para que ella cuente todo lo que esté en condiciones de revelar, en un ambiente más contenedor como la Cámara Gesell.
El panorama no es bueno para el convicto. Si las averiguaciones siguen y luego la fiscal lo imputa, la acusación en su contra lo conduzca otra vez a juicio y sea nuevamente condenado a otros años de cárcel, esa nueva pena se sumará a la que ya tiene.
Este medio le consultó a un abogado, especializado en el fuero penal, qué sentencia podría caberle, en el hipotético caso de que lo declaren culpable por ultrajar también a su hija más chica. El profesional explicó que, como mínimo, con el hecho denunciado puede ser imputado por “abuso sexual simple agravado por ser cometido contra un descendiente, menor de 13 años”, porque el autor del ultraje no es cualquier persona, sino el padre de la víctima. Ese delito, con esa tipificación exacta, contempla una pena de ocho a 20 años de prisión.
Lo que la nena pueda revelar en la Cámara Gesell también será esencial para establecer si existió otro agravante: si el o los abusos fueron cometidos “aprovechando la situación de convivencia preexistente con el mismo”.
Ese último punto también fue difícil de determinar en el caso de la primera víctima, dado que las hermanas no vivían con sus padres de manera estable, sino que estaban una semana con ellos y otras con sus abuelos maternos, con quienes se sentían más contenidas. De hecho, fueron ellos quienes denunciaron al ahora condenado por violar a la otra chica, que en la actualidad tiene casi 16 años.
La madre nunca intervino y tampoco le puso un freno cuando la Justicia le impuso una restricción de acercamiento hacia la nena y su círculo íntimo. Eso hizo que la chiquita, que tiene una discapacidad auditiva y serios problemas para hablar, tuviera que soportar estar cerca de su padre violador, a pesar de que los abusos ya habían salido a la luz y el ahora convicto ya se sabía investigado.
Por violar a su hija discapacitada, fue imputado y enviado al penal recién el año pasado. Estuvo solo dos meses preso, entre abril y junio. Una vez que cumplió ese plazo, el juez de garantías de turno consideró que podía esperar el juicio tranquilamente en libertad, comentó el informante.
No estaba acusado de cualquier delito. Sobre él pesaba una imputación por “abuso sexual con acceso carnal agravado por ser cometido contra un ascendiente, menor de 13 años”.
En ese caso la Justicia también se movió con vasta lentitud. Los abogados de los abuelos tuvieron que litigar casi cinco años en los tribunales para que las averiguaciones progresaran, la causa no quedara olvidada en un archivero y el padre violador estuviera cuanto antes tras las rejas.