POR MARINA RUBIO
La condenaron por la muerte de un motociclista que chocó contra su camioneta; no irá presa, pero apelará porque insiste en que no fue su culpa
Diana Esthela Jarschke fue sentenciada a dos años de prisión en suspenso, lo que significa que la pena tras las rejas queda suspendida. Es libre. Pero no podrá conducir vehículos durante cinco años y medio, por causar la muerte de Juan Mateo Benegas, de 18 años. El accidente ocurrió el 29 de septiembre de 2018.
Por Marina Rubio
Diana Esthela Jarschke lamenta mucho que Juan Mateo Benegas, un joven que tenía todo un futuro por delante, muriera a causa de que la camioneta que manejaba ella y la moto en la que circulaba él cruzaron sus caminos en una esquina del barrio Las Miranda de Villa Mercedes. Al menos, esa idea transmitió a través de su abogado, Mariano Ponce Alegre, en los dos días que duró el juicio en su contra por ese accidente fatal. Este miércoles, antes del mediodía, el juez Mauro D’Agata Henríquez coincidió con el pedido de pena que había planteado el fiscal un par de horas antes, durante los alegatos de clausura, y la condenó a dos años de prisión en suspenso y la inhabilitó para manejar vehículos por cinco años y seis meses.
La palabra prisión, en este caso, no debe traer a la mente de nadie la imagen del encierro en un calabozo. De hecho, significa todo lo contrario. Quiere decir que el cumplimiento en la cárcel queda suspendido y la persona culpable puede sobrellevar su sentencia en libertad, como cualquiera que no cometió un delito. Eso que muchos a veces celebran, porque la sienten como una absolución, no conforma para nada a la mujer, que insiste en su inocencia. Ella sostuvo desde el día del siniestro, la noche del 29 de septiembre de 2018, y hasta la actualidad que lo que pasó no fue responsabilidad suya. Mantuvo firme siempre su versión de que miró hacia los dos costados de la calle que la cruzaba y, como no vio a nadie, pasó. Ya estaba casi terminando de pasar la boca de tormenta cuando fue impactada por la moto del muchacho, quien murió allí mismo.
El juez que conformó el tribunal unipersonal la declaró culpable de “homicidio culposo en accidente”. Como suele suceder en los casos que aplican una pena en suspenso, también le impuso el cumplimiento de ciertas pautas de comportamiento a seguir, tales como fijar domicilio, comunicar cualquier cambio de vivienda y, por supuesto, entregar su carnet de conducir. De más está decir que le advirtió también que no vuelva a cometer ningún otro delito, porque el beneficio de ser libre puede ser revocado y ella enviada al Servicio Penitenciario de San Luis.
El fallo coincidió con el pedido de pena que había hecho el fiscal Ernesto Lutens un par de horas antes. Igualmente señaló que tuvieran en cuenta la falta de antecedentes de la mujer de 54 años y el exceso de velocidad con la que viajaba el motociclista fallecido. Además del hecho de que no encontró agravantes, que le jugaran en contra a la ahora condenada.
El defensor solicitó que su clienta, muy por el contrario, fuera absuelta. Le requirió al magistrado que, a la hora de pensar su sentencia, tuviera en cuenta la perspectiva de género y, al igual que el fiscal, subrayó que la víctima circulaba a muy alta velocidad, algo que luego no le permitió frenar a tiempo o esquivar la camioneta.
No obstante, Ponce Alegre le adelantó a este medio que es muy posible que apelen el fallo, porque su asistida no coincide para nada con el veredicto. Para presentar ese recurso contra la resolución en este juicio de primera instancia, el defensor deberá esperar 10 días, que es el tiempo máximo con el que cuenta el juez para dar a conocer los fundamentos de su decisión.
De todas maneras, de parte de un informante, a oídos de esta periodista llegó el dato de que D’Agata Henríquez resolvió condenar a Jarschke porque entendió que “ella no detuvo la marcha y cruzó sin el deber de cuidado”.
La mujer, vecina de Justo Daract, pero que viaja a diario a Villa Mercedes por su trabajo, comenzó a ser juzgada el lunes. A un año de que la causa prescriba, pues ya pasaron poco más de siete años, inició el debate oral en su contra, que estaba destinado a ser muy breve. Entre la fiscalía y la defensa habían citado solo a siete testigos. “Eran ambulancieros, un chico de Defensa Civil que atendió a Benegas en el lugar del choque, una Licenciada en Criminalística, la médica forense que hizo la autopsia y una mujer policía, entre otros”, comentó el defensor.
Tanto en los alegatos de apertura como en los de clausura, el representante del Ministerio Fiscal (MPF) recordó, muy sintéticamente, que la tragedia sucedió alrededor de las 20:30. “La acusada se conducía por calle Doctor Mestre, de sur a norte, en una camioneta, mientras que la víctima lo hacía en su moto por Betbeder, de oeste a este”, resumió el funcionario. Indicó que el impacto, que le quitó la vida al joven en cuestión de minutos, se dio cuando la Ford EcoSport atravesó por Betbeder.
El siniestro ocurrió el 29 de septiembre de 2018, alrededor de las 20:30. (Foto Héctor Portela).
La mujer, en cambio, siempre sostuvo que es inocente. Relató que antes de pasar por el cruce de las calles, miró hacia los dos costados, como lo ha hecho toda la vida porque nunca tuvo un accidente vial. Según ella, no advirtió a ningún otro vehículo. Por eso, siguió adelante tranquila. “Es raro que alguien cruce viendo que hay una moto que lo puede chocar”, explicó su abogado para respaldar la versión de su representada. Dijo que su clienta ya había transitado gran parte de la boca de tormenta, cuando sintió, de un segundo a otro, un estruendo que la sacudió por completo y un profundo golpe en la parte trasera de su camioneta. Al bajar vio que una moto, tipo cross, había colisionado más que nada en el costado izquierdo y trasero de su Ford.
Permaneció en el lugar del incidente de tránsito cuando el joven, al que todavía no le conocía el nombre, ya no tenía signos vitales. De todos modos, los paramédicos y el socorrista de Defensa Civil hicieron de todo para reanimarlo. Sin embargo, sus maniobras no lograron hacer que sobreviviera. Falleció allí.
El abogado de Jarschke reside casualmente a dos cuadras de ahí y se acercó a la escena del siniestro. A la esquina empezaron a llegar familiares del motociclista que ya había sido identificado. Como nunca nadie sabe cómo pueden reaccionar las personas ante la pérdida de un ser querido en un accidente de tránsito, Ponce Alegre empezó desde ese momento, de alguna manera, su tarea de proteger a la mujer y la hizo a un lado, para que se mantuviera alejada de los parientes de ese chico cuya vida quedó truncada para siempre.