Sergio y su nueva familia; las personas que lograron cambiar una increíble y triste historia
Un grupo de personas lo rescató de la calle y cambiaron su vida completamente.
El insoportable frío del 31 de mayo movilizó una vez más la solidaridad de quienes cumplen funciones en la Parroquia San Roque.
Esa mañana de jueves, el cocinero, Alejandro Lorenzo, se enteró a través de un compañero, Cristian, que había un hombre en situación de calle, y ante la preocupación por las condiciones climáticas, salieron a buscarlo.
En el camino se encontraron con Juan, un señor mayor que suele dormir en la esquina de San Martin y avenida España. Ofrecieron brindarle contención pero él no accedió y continuó la búsqueda.
Un rato más tarde hallaron a Sergio, quien es conocido por haber deambulado durante mucho tiempo por el centro de la ciudad. Estaba en avenida Juan Gilberto Funes, frente a una sucursal del Banco Nación.
Pese a la desconfianza inicial, consiguieron que aceptara y lo trasladaron hasta el comedor que funciona en la parroquia. “Ahí comienza la historia”, relató Alejandro.
Ya en el parador social lo bañaron, le cambiaron la ropa, le cortaron el pelo, la barba y las uñas. Fue el primer paso de una etapa de grandes cambios que alegrarían el corazón de varias personas.
En paralelo, Elisabeth Aballay había conformado, hacía un par de semanas, un grupo de WhatsApp con la vocación de ayudarlo. Varios de los integrantes le acercaron comida en distintas ocasiones.
Alejandro se lo llevó a vivir con él y ya son parte de su misma familia junto a “Tita” una perrita de 14 años.
En el transcurso de los días más personas se sumaron a la acción solidaria y poco más de un mes después, la evolución de Sergio ha sido notable.
En su nuevo hogar, Alejandro, la coordinadora del Parador social de la parroquia, Alexandra Blanchet y a el acompañante terapéutico, Miguel Colombo recibieron a El Chorrillero para dar testimonio de lo que logró el amor, el compromiso y la unión.
“Sergio fue como el primer eslabón de una cadena en la que se movilizó mucha gente”, señaló Alexandra. Y por eso, días después en la parroquia se conformó un parador solidario.
Después de conocerlo, “nos dimos cuenta que también había otras personas en la calle, entonces el padre Alan (Sosa Tello) decidió ir a buscarlos y ahí comienza esta aventura”, dijo.
Junto a un grupo de voluntarios y de coordinadores de distintas áreas se les brinda ayuda a la gente, que consiste en la cena, un lugar para dormir y bañarse, y el desayuno.
Alexandra, quien ya trabajaba dentro de Cáritas parroquial, se puso en los hombros la organización del parador que formalmente comenzó a funcionar el 11 de junio.
Ella conoció a Alejandro hace un par de meses y en varias ocasiones habían “soñado” con la posibilidad de tener un refugio u hogar para “acompañar a la gente”.
La oportunidad surgió sin esperarlo y con el correr de los días se fueron conformando distintas comisiones para brindar contención.
Asimismo se implementó “La noche de la caridad”, en la cual una parte de los voluntarios se ocupa de brindarles comida a quienes no quieren o pueden acercarse a la iglesia. Actualmente se les proporciona alimentos a más de 35 personas.
“A veces piensan que es muy fácil pero son personas y muchas de estas nos dijeron que no, que querían permanecer en la calle y también tuvimos que aprender a aceptar eso”, contó Alexandra.
En este sentido planteó que esta nueva hazaña “es todo un desafío que se va superando día a día”.
La solidaridad en Alexandra es una de sus grandes virtudes ya que también es profesora rural de Historia. Por ello una constante en su vida es viajar a distintos parajes a llevarles educación a los más chicos.
La historia de Sergio
Si bien han circulado varias versiones sobre el pasado de Sergio, su origen y familia, Alejandro sostuvo que “no hay nada certero”.
“Sabemos que él está en situación de calle desde hace más de 20 años y también pudimos dar con una historia clínica que tiene el Hospital de Salud Mental, donde recibió atención”, explicó.
Los pocos datos que se conocen son su nombre y que tiene 54 años, según sus propias palabras. Sin embargo, en la historia clínica figura que tiene 47.
“Tratamos de no volver para atrás, de por lo menos no hacerlo retroceder a él con ese tipo de cosas”, indicó.
Asimismo, remarcó que les gustaría conocer su pasado en algún momento “para poder generar su identidad”.
“La idea es, desde el psicólogo y el psiquiatra, que él tiene que saber todo, se tiene que involucrar y ser parte de lo que decidamos”, planteó Alejandro.
En este sentido también reveló que dos abogadas, Griselda y Gloria, están intentando generar los documentos, para que “pueda recibir la asistencia que necesita y tener una obra social”.
Alejandro es oriundo de Buenos Aires y llegó a San Luis en diciembre del año pasado para estudiar Música en la UNSL, “es algo que me quedaba pendiente”, confesó.
En su provincia natal trabajaba como cocinero y operador en adicciones. En su llegada a la provincia tuvo un destino similar al comenzar a desempeñar tareas en la Parroquia San Roque.
Allí fue que empezaron a charlar con el padre Alan sobre la idea de formar el parador. “Yo ya traía una modalidad que se daba en Buenos Aires y más o menos intentamos implementar algo parecido”, mencionó.
Una reciente separación de Alejandro y que en San Luis tiene a dos de sus mejores amigos, fueron otros motivos que lo incentivaron a migrar junto a Tita.
“No tenía idea de lo que me esperaba acá pero estoy agradecido de todo lo que podemos hacer”, aseguró.
El nuevo día a día
Todas las mañanas acompaña a Alejandro a su lugar de trabajo y allí “tiene la posibilidad de ser atendido por algunos de los profesionales que lo están asistiendo, como es el caso de la fonoaudióloga”, señaló.
En el lugar también está aprendiendo a cocinar y hace unas semanas se lo vio en un video amasando ñoquis.
Por la tarde realiza tareas de integración junto a Miguel. “Tratamos de lograr que se encuentre en un ambiente familiar, que de hecho lo generó él”, expresó.
Miguel también proviene de Buenos Aires, y vino a la ciudad exclusivamente para acompañar a Sergio y Alejandro.
En su momento había formado parte, junto a Alejandro, de un grupo de autoayuda en una parroquia llamada el Buen Samaritano. Allí brindaban contención a personas que estaban involucradas en adicciones de todo tipo.
“Eran como encuentros donde nos juntábamos con la gente que tenía problemas y con sus familiares”, recordaron. Ambos también vivieron en el mismo barrio de Buenos Aires.
Con la llegada de Sergio a la vida de Alejandro se complicaba la cursada de su carrera y fue por eso que le pidió ayuda a Miguel. Él accedió inmediatamente y viajó para sumarse a la aventura.
Actualmente está en la búsqueda de un trabajo que le permita estabilizarse y que su esposa pueda venir a la provincia y reencontrarse con él.
En este tiempo transcurrido, Sergio no ha intentado volver a la calle, lo que significa todo un logro, debido a que anteriormente intentaron ayudarlo otras personas y no fue posible. “Fue como que él nos adoptó”, comentó Alejandro.
En dos ocasiones si sucedió que Sergio se les perdió de vista, pero “creo que no pasó por irse o escaparse, sino por buscarme a mí, creo que me tiene como referente”, afirmó Alejandro.
“Ahora no pasa eso, sobre todo porque él se está acostumbrando a estar con más gente alrededor, cada vez somos más los que nos sumamos”, agregó.
Otros de los cambios es su vida cotidiana es que ahora realiza trabajos artesanales. Con la ayuda de su nueva familia ha elaborado con papel de revistas, cestos y canastitas. Además ha decorado cajas y cajones para utilizarlos como pequeñas bibliotecas.
A esto se suma que está formando hábitos diarios. Le gusta mirar televisión y la lectura, saca a pasear a Tita y es un muy buen cebador de mates.
“Es difícil salir a caminar dos cuadras con Sergio sin que se te cruce una persona que lo quiera saludar”, comentó.
Si bien todavía le cuesta comunicarse verbalmente, comprende todo y en varios momentos de la entrevista dejó escapar sonrisas al mencionarlo.
Los aventureros de la campaña solidaria
Además de Alejandro, Alexandra y Miguel, otras personas y profesionales de la Salud se sumaron a la iniciativa.
Esto permitió que pudieran realizarle diversos estudios médicos como radiografía, análisis de orina y sangre, y que haya sido atendido por oftalmólogos, fonoaudiólogos y psicólogos.
Los resultados no arrojaron ningún problema de salud, salvo una miopía bastante avanzada para lo cual ya le recetaron anteojos.
Alejandro contó que han colaborado: Ani, Vanesa, Nati, Sol, Ceci, Yanina, Luis, Ayelén, Fabricio. Griselda, la comunidad de la Parroquia San Roque. Ricardo Anzorena, Marita Rivadero, Julieta Cabral, Gloria Sosa y el subjefe de la Policía, Claudio Latini.
Alejandro también destacó que en muchas oportunidades Sergio les agradeció por todo lo que han hecho, “aunque en realidad no es un trabajo o no hay mucho a lo que agradecer”, consideró.
“Él lo está haciendo con nosotros, él nos está ayudando también a crecer como personas”, agregó Alejandro, un protagonista de una historia que continúa.
Antonella Camargo
Fotografía: Marcos Verdullo; Video: Víctor Albornoz; Edición: Nicolás Miano