De San Luis al mundo: la historia de Leo Balerdi, la joya de Villa Mercedes
Su transferencia al Borussia Dortmund es una de las más caras en la historia de Boca y su futuro brilla en el horizonte, pero ¿qué hay detrás de la figura de un futbolista que va en camino a ser uno de los deportistas más importantes de San Luis?
El 2018 y particularmente el primer mes de este año, no será olvidado fácilmente por Leonardo Balerdi. Tiene 19 años y solo cinco partidos en primera le alcanzaron para demostrar su calidad como defensor Xeneixe; así rápidamente acaparó la atención de gigantes del fútbol mundial.
Su debut en la primera de Boca hasta la venta al club alemán en 15 millones de euros más cuatro objetivos de 500 mil euros cada uno lo convirtieron en uno de los jugadores más seguidos por su potencial.
Hijo de Flavio Balerdi y de María Marta Rosa, nació el 26 de enero de 1999 en Villa Mercedes y la pasión por la pelota la encontró desde muy chiquito. Con solo 3 años ya mostraba interés por la redonda.
La primera “familia futbolística” que tuvo fue a los 6 cuando su madre decidió mandarlo al Club Sportivo Pueyrredón, por el simple hecho que le quedaba cerca de su trabajo ubicado sobre la calle Lavalle, en la ciudad de la popular Calle Angosta.
Hasta el día del hoy, la mujer recuerda cómo su hijo le hacía señas y la saludaba a dos cuadras de distancia.
Con los años se fue formando en un ambiente saludable, amistoso, sin grandes percances y con el total apoyo de su familia que nunca dejó de acompañarlo en cada partido.
Asistía al Colegio San Buenaventura y sus maestras lo recuerdan como un niño “cariñoso y bueno”.
A 10 días de que Leo cumpliera 14, María Marta recibió un llamado que le cambió la vida a todos. Era de Boca Juniors.
“¿Está preparada para que su hijo deje la casa? Lo hemos seleccionado para que venga a vivir a Buenos Aires”, esa fue la frase que utilizó Horacio García, uno de los captadores de talentos. La decisión fue inmediata.
“Mirá mami si esto es verdad yo no lo voy a dudar. Si ustedes me dejan voy sí o sí”, fue la respuesta del por entonces adolescente jugador.
Decidió suspender salidas, no asistir a fiestas de 15 y resignar algunas amistades para poder cumplir su sueño. Finalmente viajó para establecerse en la pensión de La Candela, junto a otros chicos de las inferiores.
Respecto al estudio, sus padres fueron siempre claros: terminar la escuela y que decidiera qué hacer con su futuro. Algo que nunca dudó en su vida. Siempre quiso ser un profesional en la cancha.
“Má, no sé por qué me haces estudiar inglés si total yo me voy a dedicar al fútbol”, contó entre risas María Marta, que alguna vez le dijo Leo.
Pero más allá de esa idea, logró terminar el secundario en Buenos Aires. En primera instancia hizo un año en un centro educativo cercano a La Boca y finalmente lo culminó en San Telmo.
“Siempre estuvimos conformes con la gente de la institución, estuvieron constantemente atentos, sobre todo por la educación. Por ejemplo, nos llamaban para decirnos las cosas que hacían, si estaban enfermos, si se juntaban con otras personas, etc”, recordó.
La cuestión futbolística y el rol dentro de la cancha no siempre fue la misma ya que durante todo su tiempo en el equipo villamercedino fue mediocampista: un Nº 5 aguerrido pero con soltura para distribuir el juego.
Por su altura (1,86 metros), su velocidad y sus características tácticas, Fabián Fedullo, ex entrenador de las inferiores del Xeneize creyó que se adaptaría sin problemas en la zaga defensiva. No se equivocó.
Su pasado con una buena técnica nunca fue olvidado por el joven jugador y más si se tiene en cuenta que uno de sus ídolos es Fernando Gago.
Mientras crecía a pasos agigantados, fue promovido a la reserva dirigida por Rolando Schiavi, un símbolo en la posición de Balerdi. Con el pasar del tiempo fue considerado para ir conformando de a poco la plantilla de Guillermo Barros Schelotto.
"No me sorprenden los elogios que recibe, es una excelente aparición. Leonardo es derecho, pero puede jugar por la izquierda, maneja los dos perfiles. Conocemos su potencial. Junto con Almendra es uno de los juveniles que más crecieron. Boca es un club que exige mucho y a veces los chicos no aguantan la presión. No es fácil jugar en la primera de Boca", esas fueron las palabras que eligió Schiavi para describir al villamercedino.
La primera vez que su nombre fue noticia a nivel nacional fue por una razón bastante curiosa. Sucedió que fue incluido en la lista de buena fe de la Copa Libertadores con la “9” con el objetivo de ocupar la plaza de Darío Benedetto, quien se recuperaba de la rotura del ligamento cruzado anterior.
No disputó ni un minuto y solo una vez fue al banco, en el 4-2 sobre Libertad en Paraguay por los octavos de final.
La figura del Guillermo fue importante en su desarrollo, incluso siempre le insistió que debía seguir alguna carrera universitaria.
Tomó ese consejo y comenzó a estudiar Martillero Público pero por los viajes constantes que le demandaba el equipo tuvo que suspenderlo.
Con el pasar de los meses y mientras sus condiciones se hacían más conocidas, más logros archivó, por ejemplo la convocatoria para ser parte de la delegación de sparrings de la Selección Argentina durante el Mundial de Rusia.
Si alguien no lo conocía, lo terminó conociendo cuando se fotografió con Lionel Messi.
Pieza clave para el combinado nacional Sub 20, Leo se convirtió en unas de las figuras en el campeonato obtenido de L’Alcudia (Valencia). Jugó los seis encuentros que hubo en 10 días.
Con la experiencia mundialista, en España y en otra gira por Inglaterra, sumó más fichas en la consideración del por entonces DT de Boca: lo llevó a la pretemporada por primera vez.
Tan buenas sensaciones dejó durante el año pasado que el primer club que puso sus ojos fue nada más ni nada menos que el Barcelona. Ofreció 10 millones de euros y lo hizo antes de que debutara en primera. Daniel Angelici ni siquiera la evaluó y la descartó.
Tiempo más tarde fue el turno de la Juventus para tirar una ofertar. Pero tampoco fue considerada ni tenida en cuenta.
En agosto, finalmente llegó el día. El domingo 26 jugó por primera vez en primera. Lo hizo sobriamente en el aburrido 0 a 0 ante Huracán, en el estadio Tomás Adolfo Ducó.
Rosario Central, Gimnasia de La Plata, Tigre y Patronato de Paraná completaron el puñado de rivales a los que enfrentó.
Cuando el 2018 terminaba, la vida le tenía preparada otra sorpresa. Tras un intento fallido, el equipo de la Bundesliga le terminó comprando el pase en una cifra astronómica.
Su venta es la quinta más importante en la historia del club de La Ribera, incluso superó la de Juan Román Riquelme que se fue al Barça por 12 millones de euros.
Solo es sobrepasado por las transferencias de Fernando Gago al Real Madrid (20,5 millones de euros), Ever Banega al Valencia (18 millones de euros), Walter Samuel a la Roma (17,5 millones de euros) y empata con Carlos Tevez que se fue al Corinthians por 15 millones de euros.
La apuesta de los alemanes no extraña para nada. Pagar tantos millones por un jugador tan joven es un común denominador para ellos, eso si, lo hacen con un fin. Pagan esa cifra porque saben que la pueden recuperar o multiplicarla por dos o incluso por tres veces.
Sucede que uno de los trabajos de la institución es comprar "barato" para luego vender "caro" a grandes del continente. Un claro ejemplo es el del francés Ousmane Dembélé, que llegó al mismo precio que Balerdi y fue trasferido al Barcelona por 115 millones de euros.
Jugar en el Dortmund, puntero de la Bundesliga y clasificado a los octavos de la Champions, se traduce en jugar contra los mejores, quizás también sea un trampolín hacia algo más.
Será el sexto argentino en la historia en vestir esos colores. Antes lo hicieron Leonardo Rodríguez, Diego Klimowicz, Patricio Margetic, Juan Fernández y Lucas Barrios.
Ante toda la atención y fama, su madre pone paños fríos al asunto: “Nunca va a cambiar, es un buen chico. Todo el mundo le manda mensajes y se toma el tiempo de responder a cada uno. Siempre tuvo un vínculo con nuestra gente y tiene un sentido de pertenencia”.
Hoy, se enfrenta a un nuevo desafío por delante y su destino pareciera ser estar entre los grandes.