Descubren un nuevo beneficio de la siesta
Un estudio sugiere que quienes se permiten dormir alguna horita durante el día tienen, en promedio diario, menor presión sanguínea.
La alta presión sanguínea es, como se sabe, un factor de riesgo muy importante para los problemas cardiovasculares, que constituyen la principal causa de muerte en el mundo. Una nueva investigación, que será presentada en la 68 Reunión Anual del American College of Cardiology el lunes 18 de marzo, parece traer un leve soplo de esperanza ya que sugiere una táctica tentadora y simple para disminuir la presión, que lo único que requiere es un poco de tiempo: se trata, lisa y llanamente, de dormir una breve siesta durante el día.
De acuerdo con el estudio, la presión sanguínea sistólica disminuye alrededor de 5.3 mm HG (milímetros de mercurio) cuando se duerme la siesta y el promedio diario se reduce unos 3 mm Hg, valores que, como señalan los autores del estudio, son comparables con otros cambios en el estilo de vida que se suelen aconsejar para mantener a raya la presión.
“Por ejemplo, la reducción en el consumo de sal y alcohol puede bajar los niveles de presión de 3 a 5 mm/Hg (milímetros de mercurio)”, dijo Manolis Kallistratos, cardiólogo del Hospital General Asklepion, en Grecia, y co-autor del estudio, mientras que una baja dosis de medicación anti-hipertensiva suele disminuir los niveles de presión sanguínea entre 5 y 7 mm HG (milímetros de mercurio).
La investigación tomó en consideración 212 hombres y mujeres de alrededor de 62 años con una presión sanguínea promedio de 129.9 mm Hg. Se los dividió en dos grupos similares en cuanto a factores de riesgo para enfermedades del corazón y se hizo que uno durmiera la siesta durante el día y el otro no. Gracias a un dispositivo ambulatorio, los investigadores pudieron tomar registro de la presión de los participantes a lo largo de 24 horas.
Según Kalistratos, el descubrimiento merece atención porque un descenso en la presión de apenas 2 mm Hg puede reducir hasta 10 por ciento el riesgo de eventos cardiovasculares, como ataques al corazón. Además, se trata de un comportamiento que, como señaló el investigador, “puede ser fácilmente adoptado y típicamente no cuesta nada”.