Microcentro de San Luis: a los comerciantes la inseguridad se les vino encima
El aumento de ilícitos con el uso de armas de fuego y la violencia que emplean los delincuentes en diferentes puntos de la capital puntana, los mantiene en alerta. Enfrentan los hechos delictivos a diario y optaron con implementar medidas entre ellos para prevenir los robos. El centro puntano ya dejó de ser seguro.
La seguridad está en crisis en la provincia, y en uno de sus momentos más críticos. Los comercios son el blanco de la delincuencia y por eso la preocupación es permanente.
Aunque en el microcentro se ven algunos policías caminando, los delincuentes se las ingenian y los delitos siguen a la orden del día.
El último que se sumó a la lista de robos sin fin en la zona céntrica fue el que sufrió Passionata el lunes por la noche, en Rivadavia y Pedernera. Un delincuente ingresó y arrebató prendas de vestir que estaban en un perchero. Una empleada que lo advirtió, no midió las consecuencias y salió detrás para recuperar lo que se habían llevado. Todos los movimientos quedaron grabados en una cámara de seguridad.
Semanas antes, en la misma calle, otros dos negocios fueron asaltados; uno por motochorros con revólver y otro por un ladrón a cara descubierta que empuñó un cuchillo carnicero para intimidar al único hombre que atendía. También estuvo en peligro una joyería cercana al Paseo del Padre (en el sector norte de la Peatonal Rivadavia). En ese lugar un sujeto ingresó armado, a las 10 de la mañana, pero antes de que cometiera el ilícito fue descubierto. Solo ese último dato demuestra que la inseguridad no es una sensación, sino que es una realidad con la que los sanluiseños conviven día a día.
Otro caso que refleja el miedo con el que trabajan los comerciantes es de Lorena Bagur. La empresaria tiene dos locales céntricos (uno sobre 9 de Julio y el otro por Colón) y esta semana comunicó a sus clientas una decisión con la que pretende sentirse, junto a sus empleados, más segura: “Les contamos que por el tema seguridad vamos a estar con las puertas cerradas. Gracias por saber entender”. Ese fue el mensaje que publicó en las redes sociales.
Uno de los locales ya fue asaltado el 3 de noviembre. Fue cuando dos mujeres amenazaron a una empleada con una navaja y escaparon con una caja de zapatos. Como el temor de que vuelva a ocurrir es constante, desde esta semana las puertas están cerradas.
Al propietario de Octano, Ignacio Aguirre le robaron dos veces en sólo tres meses. En ambas oportunidades rompieron la vidriera de su local de ropas para entrar y llevarse indumentaria. Todo quedó registrado en las cámaras de seguridad.
La tienda está ubicada sobre San Martín, frente al Correo Argentino y a solo unos pocos metros de la Plaza Pringles.
“Realmente la inseguridad está a flor de piel, lo vemos cotidianamente o escuchamos a clientes que nos cuentan. Siempre hubo robos, pero lo vemos cada vez más y nos alarma”, sostuvo en declaraciones a El Chorrillero.
“En el local siempre ves a alguien sospechoso que si te descuidas dos segundos te termina sacando alguna prenda. No es solamente afuera sino también adentro”, agregó.
El negocio ya contaba con sistema de alarmas y cámaras, pero ahora se pusieron otras filmadoras en la vidriera. Y es posible que se instalen rejas que permitan “evitar o minimizar los riesgos”.
El comerciante destacó el accionar de la Policía que luego del primer robo pudieron recuperar algunas prendas, pero consideró que deberían trabajar más en la prevención.
En este sentido, Aguirre señaló que los delincuentes armados y la violencia que emplean ha incrementado.
Ante la inacción policial, las cámaras son para ellos de gran ayuda, ya que si detectan los hurtos (que son como el pan de cada día), los ladrones son identificados y después les prohíben el ingreso.
“Somos nosotros los que nos tenemos que proteger cuando debiera ser lo contrario. Entonces realmente sí se está viviendo un momento complicado”, remarcó.
“La situación es alarmante. Si bien la Policía y las instituciones toman cartas en el asunto, a veces parece que no dan abasto”, indicó.
Los comerciantes denuncian que ahora es frecuente que manden a los niños para cometer los robos y aseguran que en la mayoría de los casos los efectivos “conocen a los delincuentes” pero no pueden detenerlos.
Durante la misma madrugada que Octano fue atacado, los delincuentes pasaron por Dexter, en San Martín y Belgrano (frente al edificio Municipalidad), y también robaron después de romper una puerta. La tienda tiene otra sucursal ubicada en la peatonal, que semanas después sufrió un hecho similar.
En la misma zona, también fue víctima la joyería Mont Blanc bajo la misma modalidad: Destrozaron la vidriera y se llevaron algunos elementos. Su propietario señaló en diálogo con este medio que más allá del malestar que genera el robo, deben tener en cuenta los costos que deben afrontarse por los daños provocados.
Otra víctima de un asalto a mano armada fue el drugstore ubicado en Rivadavia, a metros del Comedor Universitario. Hasta allí llegaron dos motochorros; uno de ellos usó un arma de fuego y logró llevarse la recaudación del día.
El dueño del local, Marcos Bravo contó que como hace un mes que comenzaron a funcionar, todavía no tenían instalado el sistema de cámaras, ni tampoco habían colocado rejas. Capaz que ahora sí tengan que hacerlo a la fuerza.
El local está emplazado en Rivadavia entre Lavalle y Bolívar, a metros del Comedor Universitario y a dos cuadras de la plaza principal de la ciudad.
Bravo planteó que las medidas de prevención les brindan mayor tranquilidad, pero también afectan a las ventas. “Con rejas los clientes no pueden ver todo lo que tenés”, precisó.
“No podés darles un centímetro porque lo aprovechan. Lo que más nos preocupa ahora es la inseguridad”, aseguró.
Un hecho más violento todavía se vivió en el kiosco “24 de la 25″, que se encuentra en Rivadavia, entre Tomás Jofré y avenida España. Pese a que el local solo atendía por una ventana (era la madrugada), el ladrón atravesó la puerta de vidrio y con un cuchillo carnicero se hizo de toda la plata que había en la caja. Una filmadora grabó cómo el ladrón amenazó con cortar al empleado en varios momentos.
Kevingston, ubicado sobre Belgrano entre San Martín y Rivadavia también sufrió la ola de delitos. En el último hecho, tres ladrones ingresaron y se llevaron algunos productos. Si bien los responsables fueron detenidos por la Policía, en el momento no tenían consigo las cosas que habían sustraído y por eso después quedaron en libertad.
Por su parte, el propietario de Palermo Viejo, Nicolás Scarincio contó que junto a los dueños de varias tiendas aledañas están analizando contratar seguridad privada y tener así mayor tranquilidad. Además, han creado grupos de WhatsApp para mantenerse en alerta y advertirse entre ellos.
A fines del año pasado, cansados de la inseguridad los comerciantes decidieron autoconvocarse para que la Policía actuara; entendían que el centro estaba desprotegido. Fue en ese momento que a través de la Cámara de Comercio solicitaron una audiencia con el ministro de Seguridad, Diego González.
La situación parecía tranquilizarse cuando enviaron efectivos para que caminaran los sectores más concurridos, pero todo siguió igual. "Ante la preocupación que se generó" optaron por generar "un circuito interno alternativo", transmitió el vicepresidente de la Cámara, Jorge Moyano.
Así dijo que han obtenido “muy buenos resultados para protegernos de la inseguridad que existe”.
González tuvo una audiencia con la Cámara. “Se dio una reunión informal en función de que estábamos solicitando una nueva reunión con el ministerio de Seguridad”, explicó Moyano.
El pasado viernes, el jefe de la Policía, Fabricio Portela recorrió algunos negocios de la Peatonal y después en dialogó con la prensa minimizó los hechos delictivos; aseguró que había "conformidad" y que las fuerzas de seguridad asisten a los vecinos “todo el tiempo, todo el día”.
A su vez adjudicó la ola de inseguridad a las redes sociales: “Uno, dos o tres de los hechos que han sucedido son de conocimiento en las redes sociales, por ahí se generan este tipo de situaciones”.
Al mismo tiempo, aunque no se detallaron las cifras de las estadísticas, Portela aseguró que en San Luis habían bajado los índices de delitos contra la propiedad. En todos los casos las declaraciones contrastan con la realidad de los sanluiseños que se lamentan porque San Luis ya dejó de ser tranquilo.