Rendirse jamás; Dani Miranda da sus primeros pasos y solo tiene palabras para agradecer
Paciente pero expectante, optimista y entusiasmado; con todo eso a la vista los momentos críticos que lo pusieron al borde de la muerte quedaron atrás, como tirados en la basura. Hoy vive, nada es tan importante como eso y entonces cada minuto que pasa es un motivo de celebración.
Su evolución va al ritmo de las ganas que tiene por salir del Hospital San Luis y empezar una nueva historia. Ya está en una sala común y en plena etapa de recuperación. En la habitación, cada mañana trabaja con los kinesiólogos para recuperar la movilidad de sus piernas: empezó a dar unos pequeños pasos y ese avance es el alentador.
En pocos días se cumplirán tres meses de ese accidente que lo encerró en terapia intensiva, en medio de cadenas infinitas de oraciones. Un auto que pasó en rojo lo embistió tan violentamente que la moto que manejaba quedó partida en dos; como sus seres más queridos, como su vida. Sufrió múltiples fracturas y traumatismos porque su cuerpo quedó incrustado contra el parabrisas de un auto estacionado.
Hace pocos días abrió los ojos y empezó a hablar. Hay cosas que no recuerda y por eso tuvo que preguntar para comprender qué había pasado, cómo fue que llegó hasta ahí. Tenerlo con vida fue el mayor deseo de la familia desde ese día que todo se derrumbó y cambió el destino para siempre; hoy la felicidad “es enorme”.
El accidente le dejó a Dani una hemiplejia que con mucha rehabilitación podrá superar en algunos meses. Los médicos están focalizados en que vuelva a caminar y que recupere la movilidad de su brazo izquierdo. Las secuelas duelen, pero cada vez menos y eso alivia a todos.
Esta mañana Dani recibió a elchorrillero.com en la sala donde se recupera y lo único que le salieron fueron palabras de agradecimiento. Sabe que desde el primer día del accidente lo acompaña incondicionalmente toda su familia y sus amigos que son muchos; no solo tiene un hermano y una madre que nunca se le despegaron, sino también a Gabriela Maldonado, su mujer.
También sabe que hubo “una banda de gente” a la que no conoce, que de igual modo estuvo en los momentos más difíciles.
“Saludos a todos los que vinieron preocupados a verme”, se animó a decir en un mensaje que lo muestra con fortaleza y bien lejos de rendirse.
Quiere llegar rápido a casa para seguir la vida que idearon junto a Gabriela. Ella es enfermera, por lo tanto, el cuidado no podría ser mejor. Que la ama, le dice a cada rato, y no le da vergüenza repetirlo para que todos lo sepan que así “es desde siempre”.
También quiere irse para poder subirse a la bici y hacer lo que tanto le apasiona: el BMX. O jugar al fútbol tres veces por semana como lo hacía antes. “Falta poco”, respondió Dani cuando este medio le preguntó cuánto más iba a durar su internación.
Su marcha será lenta, pero sin dudas es más rápida de la que los médicos esperaban. Habla poco porque todavía tiene fracturada la mandíbula. Recién este jueves será sometido a una cirugía, y después lo que vendrá es solo tiempo para recuperarse.
“Estamos más tranquilos, con mucha felicidad, pero será plena cuando lo llevemos a casa”, contó el hermano de Daniel, Gastón Miranda.
En este tiempo, según resaltó, la colaboración de cientos de personas ha sido muy importante, porque de ese modo pudieron sostener gastos que escapaban a sus posibilidades económicas.
En ese sentido y pensando que cuando Dani salga del Hospital (no tiene obra social) deberá comprar los medicamentos y seguir con la rehabilitación, es que su familia venderá un nuevo bono contribución. Sale $100 y pueden adquirirse contactándose al 2664861494.
“Estamos muy agradecidos a los médicos por la atención y todo lo que están haciendo, solo puedo felicitarlos. A los amigos, a los medios de comunicación que nunca nos dejaron”, remarcó sobre un aspecto que no quiso dejar de exponer.
“Lo principal siempre fue su vida, lo otro quedó en un segundo plano, para que actúe la Justicia”, dijo Gastón en referencia a la situación procesal del joven que ocasionó el accidente.
Hernán Emiliano Muñoz, de 19 años conducía el automóvil con 1,87 gramos de alcohol en su sangre en la mañana del 30 de mayo. Conducía a 75 kilómetros por hora cuando cruzó un semáforo en rojo, atropelló a Miranda y escapó.
El 11 de junio fue procesado por el delito de “lesiones culposas agravadas en accidente de tránsito en concurso real con falsa denuncia”; fue alojado en la Penitenciaría provincial.