El sacerdote Alan Sosa Tello dejará los hábitos
Culminará su tarea ministerial el 2 de febrero y se trasladará a Mendoza para continuar su vida laica.
Por Julián Pampillón
El padre Alan Sosa Tello, de 37 años, ya tomó la decisión: dejará el sacerdocio a partir de 2020.
Según le confirmó a El Chorrillero solicitó la dispensa (procedimiento ante la Iglesia para dejar los hábitos) luego de un "largo camino de discernimiento".
“Mi decisión está basada en la honestidad conmigo mismo, con Dios y con la gente. También se trata de llevar a cabo la coherencia de vida, la libertad y la plenitud ya en otro escenario”, sostuvo.
Es por ello que el párroco ya tiene definido que Mendoza será su próximo destino para seguir con su vida. De esta manera se retirará tras 20 años de cumplir con su compromiso eclesiástico.
Si bien comenzó su servicio en la institución a los 17, a los 27 empezó su carrera ministerial con el diaconado.
Las primeras capillas a su cargo fueron San Martín de Porres y “Nuestra Señora del Valle” en la ciudad de San Luis.
Luego fue trasladado a Quines donde se desempeñó en el Instituto San José. Tras este paso fue derivado al departamento San Martín y luego a cumplir tareas administrativas en Candelaria.
Volvió a la capital para trabajar en la Parroquia “Nuestra Señora de Luján” para hacer la misma función y asumir como vice vicario en la Parroquia San Roque.
Tras la salida del padre Ignacio Daminato asumió como párroco de la iglesia ubicada en avenida Justo Daract.
Fue vocero presbítero del Obispado de San Luis, vicepresidente de Cáritas San Luis, asesor de la entidad a nivel nacional, miembro de la comisión Latinoamericana de Drogadependencia y se desempeñó en el Colegio Aleluya, entre otras funciones.
El pasado sábado al hacer el anuncio los fieles de la parroquia San Antonio aplaudieron y le agradecieron la labor que ha desarrollado.
El de 2 de febrero celebrará la última misa.
A los 37 años buscará otros horizontes.
Los pasajes centrales de la entrevista:
-¿Dejará el sacerdocio? ¿A partir de cuándo?
-Sí, es correcto que dejaré el sacerdocio. Será hasta la primera semana de febrero fecha que ya tendré la dispensa.
-¿Por qué lo decidió?
-Es un discernimiento que vengo realizando desde hace muchos años. Un discernimiento en búsqueda especialmente de la honestidad y la coherencia, de poder vivir mi libertad interior sin ninguna estructura que supone el ministerio y que es correcto que la tenga.
Ahora, ya no me siento cómodo en eso y el modo de llevar adelante mi tarea se fue desgastando de a poco.
Antes que nada, soy cristiano. Es allí que me replanteo si es mi lugar en el mundo o si es una vocación sacerdotaria. Este último punto es lo que llamamos discernimiento, un trabajo interno y espiritual donde hay acompañantes que van ayudando.
-¿Renunció?
-El término correcto es pedir dispensa para comenzar un nuevo proceso y estilo de vida: la laical.
-¿Qué análisis hace de todo esto?
-Llegó un punto que me di cuenta que era más vocacional mi rol. Le planteo al obispo (Pedro Martínez) la necesidad de pedir una dispensa para dedicarme a otra vida. Me decidí y me animé.
Mi decisión está basada en la honestidad conmigo mismo, con Dios y con la gente. También llevar a cabo la coherencia de vida, la libertad y la plenitud ya en otro escenario.
-¿Hubo algún factor externo?
-No se presentó un hecho particular, nada externo me empuja a esto. Es una decisión muy personal.
No decido cambiar de vida por hechos internos o externos. Me voy libremente, decido hacerlo en busca de una nueva perspectiva.
-¿Cómo será el periodo desde ahora hasta que se vaya?
-Voy a seguir ministereando, todo normal tal cual está previsto. Luego, comenzaré a trabajar y seguiré sirviendo a las personas y a mi prójimo desde otro ángulo.
Seguiré trabajando hasta los últimos días. Tenemos la colecta “Navidar” que espero que sea un éxito este año, es lo último que organizo como sacerdote.
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-¿Su próximo destino cuál será? ¿Seguirá ligado de alguna manera a la Iglesia?
-Esto lo resumo: la decisión también es para rearmarme como persona, ubicarme un nuevo plano, dejar un poco atrás al padre Alan que socialmente tiene una impronta que no puedo negar en San Luis.
Necesito alejarme de ello, es por eso que me voy a Mendoza. Por supuesto que quiero a mi provincia, a la comunidad parroquial de San Roque que, más allá de ser párroco, fue mi infancia.
Allí tome mi sacramento, vivía a unas cuadras y sigue siendo mi lugar. Seguiré asistiendo a misa naturalmente.
El discernimiento no es ningún pecado, no es delito y no es grave. Es un paso que ciertamente me cuesta y me duele, pero detrás de todo eso está la paz que solo puede venir de Dios.
-¿Qué le han trasmitido desde el Obispado?
Para decirlo bien, el Obispado es la cuestión administrativa, pero lo traté más que nada con el obispo.
Él está al tanto, hemos tratado las cuestiones de ver hasta cuándo, cómo y cuáles son los pasos para la dispensa. Lo cierto es que todo sacerdote tiene una construcción jurídica adherida a la jurisdicción eclesiástica.
Hay que ver todo un tema legal para terminar de recibir la dispensa.
-Cuando mira hacia atrás ¿qué siente?
-Todo eso me enorgullece. Es toda una vida entregada, es aprendizaje. Son vínculos y familias. Como me voy a ir mal si he vivido de este estado sacerdotal tan plenamente y con tanta alegría.
Sin duda que me siento querido en la comunidad.