Historias de San Luis: médicos siempre médicos
Cada uno tiene en su memoria uno o más médicos como los referentes de la salud personal o familiar.
El año pasado cuando celebraron el Día del Médico, la entidad que agrupa a muchos de ellos distinguió a varios que llevan más de 50 años en el ejercicio de la profesión.
Y eso generó en el programa de radio “La Mañana de Dimensión”, que recordáramos, con el invalorable aporte de la audiencia, los nombres y apellidos de notables hombres y mujeres que han sido o son médicos en esta provincia.
Pero allí surgió que las referencias tenían un límite temporal bastante cercano.
Y quedaban en el olvido los médicos de antaño, los primeros, los pioneros.
Fue entonces que recurrí a una notable obra escrita por el doctor Jesús Liberato Tobares titulada “Médicos y Boticarios Puntanos de Antaño”, no solo por los nombres, sino también por algunos principios que el autor enumera en las palabras preliminares.
El libro está dedicado por el doctor Tobares a su hijo médico, Néstor Ariel, “para que siempre sirva con amor a nuestros hermanos afligidos por el dolor”.
El autor nos invita a “volver brevemente a un tiempo en que el médico fue perito de dolencias físicas y espirituales, psicólogo y sacerdote, consejero y padre; y el diagnóstico un vuelo metafísico más cerca de la adivinación que de la realidad objetiva”.
“Eran otros tiempos, otros los medios de que el médico disponía para cumplir su misión: sin radiografías, ni análisis, ni diagnósticos computarizados”.
“Aquellos médicos de antaño curaban hombres, no órganos ni enfermedades: el hombre en su colosal magnitud existencial”, enfatiza el doctor Tobares, que en el prólogo aclara que su profesión es abogado.
Y comienzan las citas de algunos nombres cuando sostiene que “por eso no nos importa ahora que don Alejandro Olses o don José Quinto Ghirardotti, modestos médicos de mi aldea (San Martín), curaran también con su consejo paternal y su palabra buena, porque hoy la computadora se ha arrogado la facultad de pensar por nosotros”.
Relata: “conocí una médica que palpaba el abdomen del paciente con la punta de su lapicera. Creo que es una falta de respeto a una criatura de Dios”.
La más antigua noticia que tenemos en la jurisdicción puntana referente al ejercicio de la medicina data de un hecho de sangre ocurrido el 15 de marzo de 1737 en el cual las curaciones las hizo alguien recordado como Victoriano.
En 1764, don Sebastián de Paiva ejerce el oficio de cirujano, también en un hecho de sangre.
En 1807 actúa en un caso don Rodrigo de Sosa, reconocido por el Cabildo de Mendoza como sangrador de profesión y maestro mayor de flebotomía.
1809 es el año en que actúan como médicos en San Luis un doctor Peñaloza y Mariano de Zúñiga; en 1814 Juan Manuel Uriarte y en 1822 Joaquín Moutiño, que era cirujano y oficial del Ejército.
Otro de los primeros nombres citados es el de Manuel Frígole y del cirujano realista José María Gómez, prisionero del general José de San Martín.
Estos son datos que figuran con precisiones en el libro del doctor Tobares, que es recomendable para la memoria colectiva y también para el conocimiento de todos, porque siempre es bueno saber quiénes han sido los maestros que marcaron los caminos que ahora transitamos.
Nuestra historia no nació ahora, como muchos creen, o piensan.
Nuestra historia está desde siempre y todos somos sus dueños.