VILLA MERCEDES
Más de 40 afiliados del Pami internados están a la deriva después que el Gobierno decidió levantar la prestación en una clínica
El problema se originó este miércoles en el sanatorio del Aconcagua. Hay personas en estado grave que pretenden trasladar a otro sanatorio y eso causó indignación entre los familiares.
En las últimas horas las decisiones políticas volvieron a manosear la salud de los afiliados al Pami. De un momento para el otro hijos y parientes de los internados en la Clínica del Aconcagua se enteraron que iban a trasladar a los pacientes.
Si bien por el momento no hay una comunicación oficial para comprender cuáles fueron los motivos que originaron este desenlace, se supo que el Pami (que en San Luis es controlado por el gobernador Alberto Rodríguez Saá a través de los funcionarios Martha Rubicini y Diego González) cortaron el convenio que había con ese centro de atención.
Trascendió que a partir de ello, 42 personas, algunas de ellas en estado grave y en terapia intensiva quedaron a la deriva, tendrán que moverse a otro edificio sanitario.
Las autoridades de la obra social resolvieron darle todas las capitas a la Clínica La Merced. El hecho generó un caos porque no tendría las camas suficientes para recibir a todos los internados.
En medio de todo esto los familiares de las personas enfermas supieron que un grupo sería derivado a la ciudad de San Luis, puntualmente al Sanatorio Ramos Mejía. El Hospital “Ramón Carrillo” no podrían recibirlos.
Pasadas las 16 se realizaba en del Aconcagua una reunión, por lo tanto no era posible dialogar con las autoridades.
“No sabemos cuál es el punto, y no me interesa. Quiero que a mi padre lo dejen acá. Está gravísimo, y no pueden venir a decirme que se lo van a llevar, como una encomienda de aquí para allá. Fue un tipo que aportó y se merece más respeto. Yo sé que para Pami esto es un negocio, y mientras más rápido se muera el viejo mejor, pero no es justo”, dijo en la puerta del sanatorio uno de los tantos familiares enojados por la situación.
También contó que allí, en otras oportunidades, estuvieron su mamá, sus abuelos y su tío y todos tuvieron siempre “buena atención, nunca los trataron mal”.
“No me interesa si este es un problema político, o si alguien se quejó. Quiero que se respete el derecho de mi viejo, y si se tiene que morir que sea dignamente, no como maleta de loco”, pidió.