SAN LUIS
La helada temprana destruyó las expectativas de los productores agrícolas
Fue un evento inusual el del 18 de febrero, con temperaturas hasta 5 grados bajo cero, que provocaron pérdidas en el 70% de la superficie cultivada. Hay críticas a la falta de efectividad de las estaciones meteorológicas de la REM.
La campaña gruesa venía caminando por un desfiladero muy estrecho, amenazada por la sequía y la suba de costos, pero al menos en San Luis un enero con buenas lluvias tenía a los productores bien encaminados para lograr rendimientos aceptables tanto en soja como en maíz.
Y luego llegó la madrugada del 18 de febrero y todo se derrumbó. Una helada que llegó a marcar cinco grados bajo cero en algunas zonas destruyó lotes enteros y sumió a los productores en fuertes pérdidas porque es demasiado temprano como para que los cultivos, que están en pleno llenado de granos, puedan soportar temperaturas tan frías. Los primeros cálculos realizados por el INTA Castelar con información satelital hablan de un 70% de la superficie cultivada en San Luis con daños de diversa magnitud.
“Fue un desastre muy grande. Parecía que eran las hojas más altas las únicas afectadas, pero la helada llegó hasta las de abajo. Tenemos pérdidas enormes en Cuatro Esquinas y Saladillo, en La Toma pegó durísimo también; recién se empezó a cortar en Juan W. Gez, del otro lado dela autopista de las Serranías Puntanas, aunque hay informes de que también pego fuerte en Buena Esperanza”, reconoció un ingeniero agrónomo que atiende campos en todas esas localidades desde hace años y nunca había visto algo igual.
Antes de las lluvias de enero ya había habido complicaciones por el retraso en las siembras debido a una primavera fría y seca. Entonces la implantación del maíz temprano pasó de fines de septiembre a fines de octubre, el maíz tardío se corrió a fines de diciembre y en enero inclusive, tras la lluvia del 19 de enero; y la soja de primera comenzó a llegar a los campos en noviembre.
Y finalmente la maldita madrugada del 18 de febrero llegaron las heladas tempranas, que tomaron al maíz tardío entre R1 y R2 en el sur de Córdoba y entre R3 y R4 en el este de San Luis; mientras que la soja de primera estaba entre R3 y R4 y la de segunda entre R1 y R2.
Según María Elena Otegui, especialista del INTA y del Conicet, “uno espera las heladas para abril, con un 20% de probabilidad para el día 21 de ese mes según las estadísticas, por lo que fue totalmente inusual. El impacto fue doble, ya que las temperaturas bajas y la larga duración mataron el tejido de la planta y cortaron el llenado del grano.
Si antes de esa mañana los productores sólo tenían que pensar dónde comercializar sus granos, a partir de ese día la decisión pasa por si el maíz va a picado porque ya no se puede utilizar para otra cosa o si esperan un poco más y ruegan por una recuperación de las plantas que no murieron.
“La zona de afectación en el Valle del Conlara es total, de punta a punta. En cada lugar en particular la helada hizo daños de distinta magnitud, dependiendo del estado fenológico de los cultivos. Tenemos entre 60% y 70% de pérdidas en la producción. Hay una parte que quedó tocada, pero que no se terminó de morir. Esa planta, con buenas condiciones puede seguir adelante y quizá podamos cosechar algo”, contó un productor de Tilisarao, que también es ingeniero agrónomo.
Como nació en la zona, sabe que fue un fenómeno climático inesperado: “No hay registros al menos en los últimos 40 años de una helada tan temprano. Suelen llegar como muy tempranas el 25 de marzo o el 1° de abril”, hace memoria, y agrega que “hay gente grande que se acuerda que por la década del ’60 hubo algún episodio de helada temprana en febrero, pero no hay datos precisos, y no creo que haya sido un fenómeno tan masivo. Según los reportes que me llegaron debe haber un 80% de daño en el total de la producción provincial, y lo mismo pasó en el sur de Córdoba”.
Lo que más lamentan los productores es que pintaba para ser una de las mejores campañas en los últimos 10 años, algo que ya había registrado El Chorrillero en un relevamiento anterior. “Enero fue muy llovedor y los cultivos venían muy lindos, buenos lotes, con cultivos que prometían una gran producción. Esto nos pega un palo importante, porque de tener una cosecha que iba a ser por encima de lo normal, ahora nos queda un desastre productivo”, lamenta un productor de la zona de El Amparo.
En el valle del Conlara y en San Martín la destrucción es casi total. “Diría que el ciento por ciento de los cultivos fue afectado en mayor o menor medida. Después, cada lote en particular depende de distintos factores: temperatura, cuántas horas estuvo bajo cero, el tipo de cultivo, su estado general, si es bajo o loma. Hay miles de factores que inciden en la intensidad del daño”, asegura un asesor de Naschel, una de las zonas más castigadas.
A nivel general, en el Valle del Conlara la helada fue muy fuerte de Tilisarao al sur, en Naschel, Villa del Carmen, La Punilla y al sur hacia el Morro, con temperaturas entre 3 y 4 grados bajo cero. Lo mismo en San Martín, con registros de hasta 5 bajo cero.
El productor de Tilisarao tiene algunas críticas hacia las estaciones de la REM, la Red de Estaciones Meteorológicas que maneja la Universidad de La Punta. “Deberían tener otro formato. Al estar ubicadas dentro de los pueblos no están indicando los registros con veracidad. Marcan lugares puntuales, pero cuando salís al campo ves que la helada afectó en todos lados. No son un buen parámetro”, dice.
El problema es que los datos de temperatura mínima de la REM corresponden a registros a 1,5 metros de altura y en abrigo, por lo que muchas veces no reflejan lo que pasa a nivel del suelo, donde siempre es menor.
“Hay lotes con 100% de pérdida donde hizo más frío (Naschel, San Martín) y otros con daños parciales y variables. La soja en Tilisarao sufrió daños en el tercio superior, quemando hojas y matando vainas ya formadas que estaban en llenado de granos. De ahí para abajo se ve a la planta sana, con hojas y vainas vivas, pero hay que ver cómo evolucionan, si pueden sobrevivir”, agrega.
En el caso de los maíces que no fueron dañados totalmente, hay un quemado de hojas en la parte superior de la espiga y de ahí hacia arriba. Y en la parte de abajo quedaron las hojas debajo de la espiga y el tallo verde. Si en la inserción de la espiga no está necrosado el tejido, o sea que está vivo, debería seguir llenando granos. Si la planta se mantiene viva, va a usar la reserva acumulada en el tallo más la fotosíntesis de las hojas sanas para completar el llenado. Por supuesto, todo esto no va a evitar la pérdida de rendimiento. Si tenía dos espigas va a quedar con una sola y con granos con menor peso.
Un ingeniero agrónomo que conoce todos los secretos del semiárido reconoce que “a partir de la helada son todas hipótesis. Uno se basa en lo teórico, en lo que debería ser. Pero hay dudas porque no tenemos experiencia en heladas tan tempranas. Generalmente se dan con la planta terminando el ciclo y no en el llenado de granos. Necesitamos dos situaciones. Tiempo para ver qué queda en pie y qué no. Y por otro lado, un clima que nos va a definir las condiciones de temperatura y humedad para que las plantas vivas puedan completar su ciclo”.
El problema que trajo la helada no sólo les pega a los productores, es un drama para la sociedad en general en los pueblos de muchas provincias. A nivel local, la afectación va a ser importante para la economía de los pueblos porque el productor no va a tener los ingresos que preveía y se va a complicar la cadena de pagos. Además, no va a hacer nuevas inversiones en tractores o camionetas para la próxima campaña porque quedará hundido en las deudas.
Por eso muchos productores ya están picando los maíces y los que tienen ganadería aprovechan ese remanente de biomasa para asegurarse algo de reserva forrajera para pasar el invierno. Y de paso, no perder toda la inversión que habían hecho con la ilusión de siempre y la falta de apoyo del Estado, algo que también pasa siempre.