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Marihuana y medicina, una historia que cambió la vida de dos chicos

El caso de una madre de Villa Mercedes, que combate la epilepsia refractaria y el síndrome de espectro autismo que padecen sus hijos, se ha transformado en uno de los testimonios más reveladores en las jornadas provinciales sobre los beneficios de la planta en la salud de los niños.

La historia de una familia que estuvo peregrinando por consultorios médicos durante años, buscando una solución para la joven que sufría convulsiones.

por tomas

elchorrillero.com

Actualizada: 25/09/2017 19:12

Analía, luego de comprobar que sus hijos evolucionaban favorablemente comenzó a militar en la Asociación Libre de Acción Puntana (Alapu) por la legalización e investigación médica de la marihuana y es un referente a la hora de brindar su experiencia en jornadas informativas.

Cansada de probar con la medicina tradicional y no encontrar soluciones a los padecimientos de su hija de 20 y el más pequeño de 8 años decidió, hace 2 años, probar con una alternativa natural.

La adolescente padece epilepsia refractaria y a los 17 años sufría alrededor de 150 convulsiones diarias, mientras que el más pequeño, sufre el síndrome de espectro autismo, que lo aísla y no le permite expresar sus sentimientos.

"Algunos doctores me dan la razón, otros no dan el brazo a torcer. Pero yo no puedo hablar mal de esta planta que me devolvió a mis hijos”.

Desde que su hija consume aceite de marihuana, las convulsiones descendieron drásticamente, ahora sufre una cada dos meses en promedio, trabaja de fotógrafa y logró retomar sus estudios.

La familia estuvo peregrinando por consultorios médicos durante años, buscando una solución para la joven.

“Mi hija tomaba siete medicaciones muy fuertes, que evitaban que convulsionara, pero la mantenían dopada todo el día, no le permitía estudiar y paralizó la vida súper activa que llevaba, como cualquier chica de diecisiete años”, relató la madre.

Los fármacos que consumía la adolescente aparte de sedantes, incluían efectos para el trastorno de sueño y para los nervios, pero “ese puré de pastillas no era una solución, porque esta enfermedad no tiene cura, es mortal, y los médicos solo van probando alternativas para dopar a los pacientes”, detalló sobre los vaivenes que atravesaron en el largo camino de 2 años de pruebas fallidas.

Finalmente, luego de conocer a un grupo autogestionado de madres que cultivan marihuana por sus hijos (Mamá Cultiva), pudo acceder al aceite, elaborado con extractos de marihuana y narró sus primeras sensaciones e incertidumbres.

“Antes de animarnos a probar nos hicimos miles de preguntas, pero cuando nos decidimos, ya en el primer día se notó la diferencia, porque las convulsiones comenzaron a bajar y a la semana ya estaba en condiciones de dejar todos los medicamentos que le habían recetado”.

La muchacha consume dos gotas diarias, una a la mañana y otra a la tarde, “ella está bárbara volvió a retomar su vida, es de creer o reventar” exclamó.

De todos modos, por precaución, se somete a un tratamiento ambulatorio semanal donde advierten su progreso constante, “antes estaba tirada todo el día, es muy difícil ver a tu hija en ese estado”.

La historia del niño y el cannabis es más reciente. El pequeño no se comunica ni sociabiliza con sus compañeritos, su madre notó que tampoco llora ni ríe.

Aparte del síndrome de espectro autismo es hipo acústico, lo que suma otra complicación.

Hace aproximadamente 3 meses la mujer se animó a iniciar el tratamiento, que ya había probado con su hija. “Apenas empezó a tomar, con mi marido, notamos el cambio”.

La satisfacción de sus padres de disfrutar la primera carcajada del chico y de su primer “mamá y papá” llegó a los pocos días y el asombro de las maestras tampoco se hizo esperar.

Entusiasmados confían que “ahora está iniciando un nuevo proceso, a él le doy una gota a la mañana y otra a la tarde, a veces lo veo tan bien que con una sola basta”.

Pero su determinación no está exenta de los prejuicios sociales que aún tiene la marihuana, por esta situación, prefiere mantenerse en el anonimato, sin embargo, afirmó: “Yo no quiero ver a mi hija convulsionando y a mi hijo en su mundo, cuando sabemos que ellos pueden estar mucho mejor”.

La relación de los pacientes cannábicos con los médicos suele ser conflictiva y este caso no es la excepción, aunque la madre reconoce que “algunos doctores me dan la razón, otros no dan el brazo a torcer. Pero yo no puedo hablar mal de esta planta que me devolvió a mis hijos”.

El domingo 10 de septiembre diferentes experiencias se volcaron en un taller informativo y educativo en Casa Azul en calle Chacabuco 339. El evento organizado por Alapu, fue una oportunidad para las personas que padezcan alguna enfermedad y tengan interés por indagar si la marihuana les puede brindar una solución.

Desde la asociación también combaten el narcotráfico, incluso están en contra de todo tipo de comercialización de marihuana y sus derivados y bregan por los intercambios solidarios entre cultivadores y pacientes patológicos. Otro aspecto que tienen en cuenta es el de impulsar la investigación científica para perfeccionar y verificar las cepas que mejor se adaptan a cada enfermedad.

El principal cuestionamiento a la ilegalidad, que plantean, se refiere a que promueve el mercado negro y por ende la criminalidad, mantiene el “tabú” en la sociedad que no le permite conocer algunos de sus beneficios médicos e incentiva la mala calidad de la marihuana circulante, además de desestimular a los médicos para involucrarse en el tema.​

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